De OVNIS y espejitos mágicos
El pasado 2 de julio fue el día mundial de los OVNIS, esa suerte de juguetes espaciales no identificados. Hasta para lo que no identificamos tenemos celebraciones y festejos a escala global. Y me dediqué a darle un vistazo a lo que se pública en sitios dedicados a los OVNIS. Se repiten historias de imágenes de platillos, unas dicen ser reales –aunque no certificadas oficialmente por autoridades competentes–, otras, vaya ud; a saber. Hasta encuentros cercanos y abducciones son reportados con salpicaduras de algún encuentro extra cercano entre un brasileño con una Marilyn Monroe espacial, y algunas tomas mostradas presentan a figuras alargadas con rabos en el trasero, estilo mono.
Evidencias reales, confirmadas… ¿diálogos con ellos? No he visto. Mi primera impresión, tómenla cogidas con pinzas, es que hastiados de la realidad global y de las frustraciones de las sociedades repartidas por nuestro planeta, necesitamos algo que venga de afuera, distinto, diferente.
¿Estaremos asistiendo a la urgente necesidad de un buen colonialismo interestelar capaz de dialogar genuinamente, no de matraquearnos, para así salir de las guerras y de las crisis que de diferentes formas y magnitudes padecemos los habitantes de prácticamente todos los países?
Nada, mediante pueblos desesperados y gobiernos manipuladores, poderes económicos en la cúspide global domesticándolo todo o casi todo, entramos en el entretenido juego de los OVNIS, y así no mirarnos por dentro.
Desde hace unos 5 mil años nuestros antepasados se miraban mediante los espejos de obsidiana, después vinieron los de cobre, plata, bronce, hasta el puñetero de cristal. Pero qué difícil es mirarnos a fondo, bucearnos cada uno y como sociedad. Vernos qué y cómo somos y actuamos.
A la mayoría de la clase gobernante planetaria y de países también, sin duda, les encanta desempeñar el papel de aquella señora del cuento de Blanca Nieves para repetir el famoso bocadillo: “Dime espejito mágico…” Respuesta sabida. ¿Y los Siete Enanitos? Hoy el espejo ya viene multiplicado en redes, programas televisivos, etc; manipulación a diestra y siniestra. Unos se comen el cuento, otros lo cuestionan y protestan dispuesto a pagar el precio por discrepar.
Y el puñetero espejito responde que somos 8 mil millones de habitantes, que tenemos la capacidad de producir para satisfacer esa demanda, pero no dice — recordar su condición mágica– que con nosotros conviven cerca de mil millones de hambrientos, otro tanto al borde de la miseria, miles y miles escapan de las guerras o de las casi guerras y conflictos, del fracaso de proyectos reformadores, de la falta de diálogo real no con extraterrestres, de diálogos con voluntad de solución; o apuntan, cada vez más, a que el cambio climático, muy evidente, responde a la explotación criminal, constante, diaria de nuestro entorno, y no a procesos cíclicos naturales, como quieren vendernos.
En fin, que cuando tratas de cambiar el orden de las cosas para que el espejito muestre la realidad y así cumpla su imprescindible función transformadora, no de maquillaje, aparecen los OVNIS, los personajes de cuatro metros, pelambre rubio, los salvadores, vieja historia que mermó la respuesta de nuestros indígenas mexicanos y centroamericanos ante los conquistadores.
No tienen que venir, no, están ya con nosotros. Más triste, somos nosotros.