Virgen de la Caridad del Cobre, símbolo de cubanía

¿Fue el de la virgen un hallazgo real? ¿Ocurrió en el mar o en la tierra? ¿Es creación de fantasías populares inducidas por intereses ajenos a lo religioso? ¿Carecen de sustrato histórico alcanzable esa imagen y la devoción que despierta o, por el contrario, puede discernirse en ellas un sustrato realmente histórico?

Esas y otras interrogantes se hacía monseñor Carlos Manuel de Céspedes hace ya muchos años.  Decía aquel polémico sacerdote para quien el santuario de El Cobre era como “la gran casa del pueblo cubano”, que la virgen es un símbolo de la nacionalidad, percibido así incluso por personas no católicas, pero que no hay que reducirla solo a eso porque es quizás el más universal de los símbolos que reúne a todos los cubanos.  Es la más cubana de las advocaciones marianas. Y es, por otra parta, la Virgen mambisa. El Padre la Patria llevaba, colgada al cuello, su imagen, y Antonio Maceo (Antonio de la Caridad) portaba también el escapulario con su imagen.

Basílica Santuario Nacional de la Virgen de la Caridad del Cobre

EL PUEBLO MÁS VISITADO

Se dice que El Cobre, localidad de la provincia de Santiago de Cuba, es el pueblo más visitado de la Isla. La aseveración debe ser exacta. Allì se halla la basílica donde se venera la imagen de la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba. La Ochún del panteón yoruba, virgen del amor, como indica su nombre para los católicos, y diosa de las aguas y de la fecundad, de la sexualidad y del oro, y también del amor en esa religión de origen africano. Su día es el 8 de septiembre.

Algunos de los visitantes llegan desde muy lejos. Con su visita, muchos pagan una promesa. A otros les inspira la devoción e incluso la simple curiosidad. Asistir a las misas que allí se ofician es algo secundario para la mayor parte de los que visitan el santuario, pero nadie quiere irse sin venerar la imagen de la virgen sobre su base plateada del siglo XVIII, con la corona y el resplandor de su investidura de 1936, el rosario que le regaló Juan Pablo II y su traje de oro que luce en el pecho el escudo de la República.

La imagen, que desde hace años mira solo hacia el templo y no ya hacia el llamado camerín de la Virgen, es insuperable y sobrecogedora. Los fieles depositan sus ofrendas. Algunas de esas piezas, por su valía espiritual o histórica, hubo que ponerlas a buen recaudo. Sucedió así con la medalla acreditativa del Premio Nobel que en los años 50 depositó en el santuario el gran narrador norteamericano Ernest Hemingway, y la silueta en oro blanco del Comandante en Jefe Fidel Castro, donada por su señora madre, en los días de la Sierra Maestra, en ofrenda por la vida de su hijo.

Otra reliquia es la bandera cubana que dedicaron a la Virgen los veteranos de las guerras contra España. Carlos Manuel de Céspedes, Padre la Patria, la veneró en su templo en 1888, cuando se alzó en armas contra el colonialismo español, y su imagen, prendida en el pecho de muchos de esos combatientes, acompañó a los cubanos en su decisión de alcanzar la independencia. Fueron miles de soldados y oficiales mambises, encabezados por el mayor general Jesús Rabí, los que solicitaron y obtuvieron, en 1916, que Su Santidad Benedicto XV la declarara Patrona de Cuba.

Dos décadas después, por delegación de Pio XI, el arzobispo de Santiago de Cuba procedió a su coronación canónica. La corona y su aureola, de 20 pulgadas de diámetro, de platino y oro de 18 quilates, llevaban engastadas 1 450 brillantes, rubíes y esmeraldas; la cruz de su mano derecha, de platino, estaba formada con brillantes y amatistas, y la corona del niño Jesús, de oro y platino, lucia guarnecida de brillantes y perlas.  En 1998, Juan Pablo II asume personalmente la atribución de coronar a la Patrona de Cuba y al niño, y coloca en la mano derecha de la santa un rosario de oro y perlas. En 2012, durante la celebración del cuarto centenario del hallazgo y presencia de la imagen de la Virgen en Cuba, Benedicto XVI acude a El Cobre a rendirle tributo.

LA HISTORIA, LA LEYENDA

La hermosa imagen de la madre de Cristo apareció flotando sobre las aguas de la bahía de Nipe, en 1628. Tras tres días de tormenta, en un amanecer, apareció sobre un pedazo de madera en el que se leía “Yo soy la Virgen de la Caridad”. Los hombres que hoy conocemos como los tres juanes, que habían ido a Nipe en busca de sal, la recogieron y la llevaron al caserío de Barajagua y después a la parroquia de El Cobre. Desaparecía de un lugar y otro, y se hacía visible en lo alto de una loma de esa localidad. Una noche se vio justo allí un gran resplandor. Ese era el sitio donde quería estar.

Se construyó entonces en el lugar una pequeña ermita. El santuario quedó concluido en 1927, aunque la escalinata no estuvo lista sin hasta dos décadas más tarde. En 1977 Pablo VI concedió al santuario la dignidad de basílica menor. Desde el comienzo hasta la actualidad unos 40 ermitaños y capellanes atendieron el santuario. Ninguno rompe la marca del sacerdote cubano Mario Carassou; estuvo casi 45 años a cargo del templo; desde 1948 hasta 1992. En 1982 la imagen sufrió un delicado proceso de restauración que, tras golpes y accidentes, le devolvieron, aseguran especialistas, un rostro de expresión más refinada que conservó sus labios sensuales, la mirada vivaz, los pómulos y sus ojos grandes y rasgados.

VIRGEN POR EL MUNDO
En 1977 se consagraba en Miami la ermita de la Virgen de la Caridad. La imagen que preside el templo perteneció a la parroquia habanera de Guanabo y fue sacada de Cuba en 1961. Está situada junto al mar y a ella conduce un camino flanqueado de palmas reales.  Dentro, el gran mural del holguinero Teok Carrasco recrea, mediante 63 imágenes de cubanos notables, la historia del país en un sitio cuajado de nostalgia.

Una imagen de piedra de la Virgen, obra del cubano Rodolfo Tardo, se venera en el santuario nacional de la Inmaculada Concepción, en Washington. En España, en 1919, se colocó una imagen de la virgen cubana en la iglesia del monasterio de las Descalzas Reales, de Madrid.  También en Madrid, en el barrio de Lavapiés, se estableció, en 1965, bajo el patrocinio del Cobre, una capilla en el colegio Hijas de la Caridad. Existen en España otras capillas dedicadas a la Patrona de Cuba. En Venezuela, en una zona marginal de Caracas, en 1972 se alzó bajo su advocación una parroquia que se consagró diez años más tarde. En el Cerro de la Popa, en Cartagena de Indias, existe a la entrada del santuario de la Virgen de la Candelaria, un cuadro que representa a la Caridad y a los tres juanes. En México se siente gran devoción por ella, y se le venera asimismo en la aldea marina de San Clemente, Ecuador. La Capilla de la Virgen de la Caridad es uno de los rincones más ricos en historia y arte dentro de la majestuosa Catedral Metropolitana de Quito. En La Habana, la iglesia de la calle Salud esquina a Manrique, es la parroquia central del culto a la Caridad en el Occidente de la Isla y el segundo santuario nacional del país. Se rendía culto allí a la Virgen de Guadalupe hasta que, en 1913, doña América Arias, esposa del presidente José Miguel Gómez, pidió al Papa que se dedicara a la Virgen de la Caridad.

Volvamos, ya al final, a las preguntas de monseñor Carlos Manuel de Céspedes que insertamos a la entrada de esta página. Cualesquiera que sean las respuestas a esas interrogantes, recordemos lo ya dicho. La Virgen de la Caridad del Cobre es la devoción cristiana más extendida en Cuba y un evidente símbolo de cubanía.

Joaquín Molinet.