“Al fin parió Catana”
Aquí, Allá y Acullá
Se trata de una muy vieja expresión popular cubana cuyo origen desconozco, aunque puedo asumir que se trataba del parto de una tal Catana. Un parto anunciado y pospuesto varias veces.
Ahora me la repite un comunitario, veterano residente en Miami, refriéndose al anuncio de las nuevas medidas del Minrex. Dice “¿Ud sabe cuántos años llevábamos reclamándolas? Solo puedo medirlo en el tiempo que he tenido que ir espaciando en viajar para ver a mi gente. Renovar el pasaporte me costaba unos 250/300 dólares”.
Pero, al fin, el parto de Catana será efectivo el próximo 1 de julio, le digo. “Pero hay otros partos pendientes”, me responde con la siguiente pregunta: ¿Cuántos años para que pudiéramos invertir en Cuba?” y no me da alternativa para conversar sobre ese punto. “Mi tío estuvo en dos diálogos, y ya en el de 1995, me contó que, en una reunión en el Palacio de las Convenciones, uno pregunto cuándo podrían invertir y Carlos Lage, allí presente, respondió que nada prohibía que lo hicieran y hasta hace poco, decenas de años (reitera) solo podíamos invertir escondidos mediante familiares allí…Pasó el tiempo –prosigue–, ahora andan con una situación muy difícil. Yo, si los ayudo no puedo viajar y cada vez es menos lo que puedo destinarles, tanto que mejor valdría la pena que decidieran salir y venir para acá”.
Interesante conversación que me lleva a preguntarme cómo miden el tiempo los decisores políticos. ¿Existe una relación entre la percepción de realidad-necesidades desde arriba, con el reloj económico-social? ¿Funcionan bajo el mismo meridiano? ¿O las agujas del reloj se disparan cuando las crisis no dan más?
No sé. No tengo respuesta. Vivo en la realidad-real. Mi reloj siempre ha estado en hora con las agujas de la sociedad en que vivo. Y saludo las nuevas medidas anunciadas. Pero miro el reloj que me avisa, por ejemplo, del tiempo perdido (años y años) esperando por ese desatar, de verdad, de las fuerzas productivas.