Nunca mejor dicho que vayamos al grano

Juro por los huesos de algunos de mis muertos más relevantes que cuando llegó al celular la convocatoria del Ministerio de Relaciones Exteriores me encontraba entretenido y hasta asombrado con la cantidad y variedad de granos empaquetados que tenía delante en un estante de un mercado agropecuario situado en calle 6 entre 17 y 19 en el Vedado habanero.

Abro el mensaje y leo que Mike Strain, comisionado de Agricultura del estado de Luisiana, EEUU, se encontraba en Cuba acompañado de una delegación de 35 legisladores estatales, empresarios, académicos y productores agrícolas.

Continúo mirando al estante con esos paquetes de medio kilogramo y, como en juego de acertijos, me anotaba un punto por cada grano que conocía. Así gané algunos después de identificar a los frijoles negros, los colorados, los garbanzos, los blancos y hasta esos llamados “mantequilla”. El resto, que eran unos cinco más no resultaron tan familiares, pero ahí estaban.

Vuelvo a la nota y conozco que la Universidad estatal de ese estado  del sureste estadounidense, con su Centro de Investigaciones de Granos, en conjunto con nuestro Ministerio de Agricultura y el Instituto de Investigaciones de Granos, firmarían un Memorando de Entendimiento, MOU por sus siglas en inglés. Debo confesar que la idea me resultó positiva teniendo en cuenta el vendaval que se nos avecina con Donald Trump de nuevo en la Casa Blanca. Pero no por mucho más con perdón de ese empeño científico mancomunado.

Entonces repaso con mayor atención la oferta de los granos en moneda nacional. No tanto por los altos precios que ya eso es común en toda la isla, sino por la respetable opción de elegir un tipo de frijol para llevarlo a la cazuela. Con autoridad casi policial, interrogo al amable vendedor:

– ¿Usted me puede asegurar que todos estos frijoles son de producción nacional?

– Con absoluta seguridad, señor. -respondió el otro.

Una retirada con turbulencias cerebrales más la duda si en esa unión de especialistas gringos en granos y los cubanos estará la clave para que en cualquier agromercado nacional la gente pueda determinar qué frijol comer cosechado en nuestros campos.