Luces y sombras del turismo en Cuba. La década perdida (+English)

Las relaciones mercantiles entre Estados Unidos y Cuba han transitado a lo largo de más de sesenta años por un camino plagado de obstáculos, restricciones, en­cuentros y desencuentros, en los que el turismo, como signo principal de la mo­vilidad y el comercio de las personas, ha sido espejo, marcando los derroteros de las políticas impuestas por los gobiernos estadounidenses alternos, demócratas y republicanos, respecto a la Isla.

Como es conocido, Estados Unidos ha jugado y sigue jugando un papel fundamental en la economía de Cuba a pesar de las restricciones impuestas y de las regulaciones del gobierno de Donald J. Trump, continuadas por el gobierno demócrata de Joseph Biden.

El clima de distensión en las relaciones entre los gobiernos de Washington y La Habana durante los años 2015 y 2016, final del segundo mandato del presidente Barack Obama, incentivó el crecimiento del flujo de visitantes foráneos a Cuba procedente de los principales países emisores, especialmente desde Estados Unidos, que provocó un incremento en las cifras de arribos a partir de 2016.

El número de visitas de los cubano-americanos a la Isla permaneció estable, con proyección al alza como re­sultado de la política de apertura de la administración Obama que liberalizó los viajes de cubanos a su país de origen, eliminó los límites para el envío de remesas y permitió ciertos pagos a las personas naturales. Además, se incentivó el arrenda­miento de habitaciones en casas particulares para los visitantes estadounidenses.

Con el inicio del gobierno republicano de Donald Trump, a partir de enero de 2017, una nueva etapa de restricciones y un descenso del turismo internacional era previsible. Sin embargo, los años 2017 y 2018 mostraron los mejores resultados en los arribos de visitantes internacionales.

A pesar de un grupo de factores exógenos negativos a partir de septiembre del 2017, ese año cerró con 4 millones 689 mil visitantes, un aumento del 16,2% con respecto al año precedente. Los arribos internacionales de 2018 totalizaron 4 millones 732 mil visitantes, siendo la cifra mejor registrada en Cuba desde el inicio del desarrollo de su sector turístico. En ese año, visitaron la Isla 620.676 cubanos residentes en el exterior y 638.360 estadounidenses, que representaron el 27,5% del total de visitantes internacionales.

A partir del segundo año de su primer mandato, el presidente Trump impulsó un endurecimiento radical de las sanciones contra la Isla, más de 240 medidas, que incluyeron, en junio de 2019, la prohibición de los viajes en cruceros desde EE.UU. y restricciones tanto a los viajes de sus nacionales a la Isla, como al envío de remesas. También se establecieron sanciones a empresas extranjeras que tuvieran relación comercial con Cuba, y se incluyó al país en una lista de naciones patrocinadoras del terrorismo, lo que prácticamente le cerró al país el acceso a los bancos y mercados internacionales.

En este escenario, el transporte aéreo entre Cuba y EE.UU. en el 2018 tuvo una contracción del 18,3% con respecto al año anterior; en total se produjeron 11.704 vuelos, unos 2.620 menos que en 2017. Las principales causas que determinaron esto fueron las nuevas políticas de la Administración Trump respecto a los viajes a Cuba. En octubre de 2019, el Departamento de Transporte anunció la suspensión de todos los vuelos de aerolíneas estadounidenses desde EE. UU. a Cuba, con excepción de los dirigidos al Aeropuerto Internacional José Martí, de La Habana.

Entre 2019 y 2020 Cuba sufrió los mayores impactos por dichas sanciones y restricciones, incluyendo la activación del Título III de la Ley Helms-Burton a partir del 2 de mayo de 2019; la inclusión en la lista de países que «no coopera plenamente» con los esfuerzos antiterroristas de EE.UU.”; la inserción de 211 entidades en la Lista de Entidades Cubanas Restringidas; y alojamientos hoteleros prohibidos, entre otras medidas, que no fueron revertidas bajo esta última administración demócrata.

Lights and shadows of tourism in Cuba: The lost decade

En marzo de 2020, producto de la pandemia COVID19, el gobierno cubano decidió el cierre total de las entradas al país, una medida que tomaron muchos países para enfrentar una de las pandemias más dañinas de la historia. Incluyó el cierre de los hoteles y demás entidades turísticas, que propició un éxodo de casi 10 mil trabajadores del turismo que buscaron otras fuentes de empleo e ingresos, incluyendo la migración. Esta salida abrupta de personal calificado ha afectado considerablemente la calidad de los servicios en los hoteles y otras entidades del sector.

Otra medida del gobierno de Biden que entró en vigor en julio de 2023 se refiere a las autorizaciones de viaje con el Sistema Electrónico para la Autorización de Viaje (ESTA) bajo el Programa de Exención de Visas (VWP), que permite a los ciudadanos de 42 países viajar a los Estados Unidos por negocios o turismo por estadías de hasta 90 días, sin necesidad de visa. EE.UU. dispuso que las personas que hubiesen viajado a Cuba incumplían los requisitos para viajar a EE.UU. bajo el programa y se cancelaban sus autorizaciones de viaje con exención de visado. Esto redujo significativamente el turismo de europeos y latinoamericanos a Cuba. Pero también sirvió para frenar las visitas temporales a EE.UU. de cubanos con pasaporte europeo, principalmente español, que viajaban por razones familiares, pero también para traer de regreso a Cuba productos, sobre todo alimentos y medicamentos exentos de arancel, para los florecientes negocios privados, así como transportar remesas en efectivo a familiares y amigos. Efectos adversos sobre el turismo, el comercio minorista y las remesas familiares.

En esta apretada síntesis se constata que son varios los factores que han incidido en este declive de arribos a Cuba que se ha prolongado por tres años y que todo indica que no será fácil revertir. Cuba se encuentra sumida en una profunda crisis económica provocada por la ralentización de la producción durante la pandemia, una crisis multisistémica interna y el impacto de las sanciones crecientes de Washington. A esto hay que agregar los impactos devastadores que el país ha sufrido provocados por los fenómenos climatológicos y meteorológicos de huracanes y terremotos.

En este complejo escenario, hasta el 31 de octubre del 2024, el número de cubanos residentes en el exterior que viajaron a la Isla disminuyó 17,82% en comparación con igual período del 2023. En el caso de los cubanos residentes en los EE.UU. el declive fue de 19,23%. Al cierre de octubre, solo 244.116 visitaron la Isla en el período enero-octubre, muy por debajo de los 513.657 cubanos residentes en el exterior que la visitaron en igual período del 2019. El mercado estadounidense aportó 118.038 viajeros, inferior a la cifra alcanzada en el período enero-octubre del 2019, cuando arribaron 452.835 viajeros. Esta caída ha representado un declive de 74% en el período analizado. Hoy visitan la Isla menos de la mitad de la que los visitaban hace cinco años.

Los cubanos residentes en el exterior, principalmente en EE.UU., prefieren viajar a Punta Cana o a Cancún e invitar a sus familiares de la Isla, que vacacionar en Cuba con sus familiares hospedados junto a ellos en los hoteles cubanos. Según cifras de la Dirección General de Migración de República Dominicana, en el período enero-septiembre del presente año 80.101 cubanos vacacionaron en ese destino caribeño.

La meta de alcanzar más de tres millones de turistas en 2024 va a ser imposible. Probablemente al cierre del año la cifra de visitantes alcanzada sea menor a los 2,4 millones del año pasado. El escenario no puede ser más complejo, el bloqueo recrudecido se mantiene intacto y es otra variable de gran peso, pero si la nueva administración republicana cumple sus promesas de campaña, estaremos entre 2025 y 2029 en una situación aún más difícil, lo que presagia una década perdida para el turismo cubano. Por ende, el futuro del país solo podrá depender de la habilidad de impulsar el desarrollo económico por otras vías.

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