Cultura europea versus relajo criollo
Por Aurelio Pedroso
Dicen los sabios de esquina o tal vez aquellos que han vivido demasiado que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
Y en el mismo orden, eso de estar en el pueblo y no ver las casas.
Con esas mismas sentencias en cuerpo y alma amanecí en una de estas mañanas. Un vecino cursó el aviso de que en el Photo Service de 3ra. y calle 12, en Miramar habían sacado en moneda nacional una cantidad apreciable de artículos de oficina y escritorio. Tantos, que tal parece habíamos regresado a otros mejores tiempos donde se podía seleccionar una u otra cosa.
Como que tales artículos se avienen a esta profesión opté por darme un salto, mirar y comprar. Cual no sería la sorpresa que fueron casi cuatro horas de angustiosa cola con un italiano aplatanado que no cesaba de protestar, llamar al orden y aclarar que, si otros habían ido a almorzar, él también estaba en su derecho y no lo hacía por respeto. Cultura europea versus relajo criollo. Revendedores en acción y efecto.
Tirando de la lengua de la inmensa Claudia Cardinale, le comenté que estaba impresionado por la gran pasión que la gente demostraba hacia los artículos de oficina tales como presilladoras de diversos modelos, marcadores, plumones, bolígrafos de todo tipo, los famosos scotch tape o cintas adhesivas, cuchillas de corte y otros tantos más de la marca rusa ErichKrause y obviamente, fabricados en China.
Como si para trabajar en una oficina se requiera una cara determinada, mi compañero de cola formuló una pregunta que respondí con una sonrisa.
-¿Alguna de estas señoras tiene cara de oficinista?