¿Beneficiará Biden a Cuba en sus últimos 75 días?

Al presidente Biden le quedan 75 días antes de abandonar la Casa Blanca y entregar la presidencia a Donald Trump. No tiene nada que perder si cumple su promesa de campaña de “revertir las políticas fallidas de Trump que perjudicaron a los cubanos y sus familias.”

Cierto, en mayo de 2022 él dictó algunas tibias medidas, como revertir la prohibición de vuelos fuera de La Habana, renovar el procesamiento de visas de inmigrante (pero no de visitas) para ciudadanos cubanos en la Embajada de EEUU en La Habana y ha mantenido un diálogo con las autoridades cubanas sobre temas de migración y otros de su interés.

Pero el gobierno de Biden ha dejado intactas muchas de las 243 sanciones de “máxima presión” que Trump implementó contra la Isla en su primera administración; ha aplicado fielmente las acciones punitivas contra suministradores y proveedores de servicios extranjeros; no ha hecho esfuerzo alguno de trabajar con el Congreso para eliminar el contraproducente y dañino embargo estadounidense.

Inexplicable e injustamente, el gobierno de Biden ha mantenido a Cuba en la lista de estados patrocinadores del terrorismo (SSOT por las siglas en inglés), en donde Trump la incluyó días antes de abandonar (a regañadientes) la Casa Blanca en 2021. Esto constituye un segundo bloqueo para Cuba: la mayoría de los bancos, exportadores de petróleo, navieras y aseguradoras, compañías farmacéuticas y muchas otras en el mundo están aterrorizadas de hacer negocios con Cuba so pena de que Estados Unidos les impongan multas multimillonarias y perder el acceso a sus mercados. Al activar el Título III de la nefasta Ley Helms-Burton, que permite a los estadounidenses demandar a empresas e individuos que “trafican” con propiedades que le fueron expropiadas, la inversión extranjera en Cuba ha quedado paralizada. Los europeos y latinoamericanos que normalmente entran a EEUU con exención de visado (ESTA) ya no pueden hacerlo si han viajado a Cuba, lo cual ha amedrentado a más de 300.000 turistas a la Isla este año y estrangulado el ingreso por esta vía.

El hecho de que, en 2024, por 32 años consecutivos, el mundo se opuso abrumadoramente al bloqueo de EEUU contra Cuba en la Asamblea General de Naciones Unidas (187 a favor de la resolución cubana, 2 en contra [EEUU e Israel] y 1 abstención), no inmutó al banco estadounidense, a pesar del hecho de que ese país se abstuvo cuando Obama era presidente y Biden vice.

Analistas han señalado varias causas para el repliegue político de Biden, comenzando con el poder de veto del senador Robert Menendez (D-NJ) cuando presidía el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, o la influencia de los seis congresistas cubano-americanos Republicanos en el Congreso, estridentemente anticubanos, o los burócratas de línea dura remanentes de los años de Trump en los Departamentos del Tesoro, Comercio y Estado bajo Blinken.

Afortunadamente, el mayor obstáculo, Menendez, fue condenado por corrupción y tuvo que abandonar el Senado, y la Cámara de Representantes entera ha sido elegida este noviembre, de modo que un cambio en la política hacia Cuba ahora no va a afectar las fortunas electorales de ningún Demócrata.

En los próximos 75 días, el “Pato Cojo” Biden puede escuchar las muchas voces de todo el país y el mundo exigiendo justicia y generosidad hacia Cuba, azotada por apagones y huracanes. Por fin es libre de utilizar su Poder Ejecutivo y hacer lo que su conciencia y legado imponen: poner fin a las más dañinas sanciones contra Cuba. No importa que en su segundo gobierno Trump y el Congreso Republicano lo deshagan todo nuevamente. Biden habrá hecho lo correcto.