
Cadenas hoteleras extranjeras arrendarán propiedades cubanas
El gobierno ha aprobado una nueva política que permite a las cadenas hoteleras internacionales arrendar, y no solo operar, hoteles estatales.
En una medida sorprendente para una de las economías más controladas del mundo, Cuba está realizando un esfuerzo audaz para atraer inversión extranjera a su industria turística atribulada. El gobierno ha aprobado una nueva política que permite a las cadenas hoteleras internacionales arrendar, y no solo operar, hoteles estatales, lo que marca un cambio importante tras décadas de estricto control central.
La reforma llega en un período de graves dificultades económicas en la isla, donde la inflación, la escasez de combustible y la disminución de las reservas de divisas han obligado al gobierno a adoptar soluciones más prácticas. El turismo, que durante mucho tiempo ha sido una fuente vital de ingresos para Cuba, junto con las remesas y las exportaciones de productos médicos, aún no se ha recuperado de los devastadores efectos de la pandemia de COVID-19.
Según TourismReview News, el primer hotel en operar bajo este nuevo modelo será el Iberostar Origin Laguna Azul en Varadero, uno de los balnearios más conocidos de Cuba. A partir del 1 de enero de 2026, el grupo hotelero español Iberostar no solo gestionará, sino que también alquilará y gestionará directamente la propiedad, lo que allana el camino para un posible cambio en la forma en que los inversores extranjeros interactúan con la infraestructura turística cubana.
Una apuesta estratégica para una economía en crisis
Este cambio de política se considera una prueba de la flexibilidad económica del sistema socialista cubano. Durante años, los operadores hoteleros extranjeros solo podían colaborar con agencias estatales —en particular, el influyente conglomerado GAESA, dirigido por militares— bajo estrictas normas que controlaban casi todos los aspectos operativos. Todo, desde la selección del personal hasta la planificación del menú, requería la aprobación del gobierno, mientras que los salarios se pagaban en moneda local, que ha perdido mucho valor.
El nuevo sistema de arrendamiento busca eliminar las trabas burocráticas. Con el plan presentado por el primer ministro Manuel Marrero, quien anteriormente se desempeñó como ministro de Turismo de Cuba, las cadenas extranjeras obtendrán una independencia sin precedentes. Podrán contratar empleados directamente, pagar en moneda extranjera y tomar decisiones operativas independientes, todo ello mientras el gobierno cubano mantiene la propiedad de los activos físicos.
Las autoridades esperan que esta reforma mejore la calidad del servicio, aumente la satisfacción de los visitantes y recupere la competitividad del país en el mercado turístico caribeño.
“Esta modernización proporciona la seguridad en la planificación y la flexibilidad que el mercado ha buscado durante mucho tiempo”, declaró a la agencia de noticias española EFE un representante de uno de los grupos hoteleros participantes.
«Cuba no está abandonando el socialismo, sino que está aprendiendo a adaptarlo».
Prueba de un nuevo modelo
El marco de arrendamiento se describe como un “programa piloto”. Cada acuerdo se negociará individualmente, en lugar de aplicar una política uniforme, lo que refleja la cautela de Cuba ante la reforma. Las primeras etapas probablemente determinarán si el programa se extiende a otros destinos turísticos de la isla.
Según informes, se están llevando a cabo conversaciones con inversores chinos sobre el complejo Copacabana en La Habana, lo que indica que Cuba busca ampliar sus alianzas internacionales. Sin embargo, no se han hecho públicos detalles financieros importantes, como las tarifas de arrendamiento y los acuerdos de participación en las ganancias.
Lo que queda claro es que el gobierno cubano busca un equilibrio: mantener el control ideológico y, al mismo tiempo, añadir suficientes incentivos de mercado para atraer inversión extranjera.
El largo camino hacia la recuperación del turismo
El sector turístico cubano, que en su día fue uno de los más prósperos del Caribe, ha tardado en recuperarse. El país recibió 4,7 millones de visitantes en 2018, según datos oficiales. Esa cifra disminuyó durante la pandemia y aún no se ha recuperado: las previsiones para 2025 indican solo alrededor de 1,8 millones de llegadas, una cifra inferior a la de 2024 y muy por debajo de los niveles previos a la pandemia.
Los expertos indican que esta lenta recuperación se debe a algo más que las tendencias mundiales de viajes. Los cortes frecuentes de electricidad, el deterioro de la infraestructura y el impacto persistente de las sanciones estadounidenses han dañado la reputación de Cuba como destino confiable. Además, la ineficiencia burocrática y la limitada iniciativa privada han frenado la innovación en los servicios turísticos.
Al otorgar mayor libertad a los operadores internacionales, el gobierno pretende superar estos obstáculos internos sin desmantelar su base socialista.
Escepticismo y oportunidad
Aun así, no todos están convencidos de que la reforma produzca resultados rápidos. Los analistas señalan que Cuba tiene un historial de intentos de apertura económica, solo para retroceder cuando aumentan las preocupaciones políticas. “La pregunta no es si las reformas tendrán éxito, sino si se les permitirá continuar una vez que las tengan”, afirmó un experto regional en turismo.
El mercado caribeño sigue siendo altamente competitivo. Destinos cercanos como Cancún y Punta Cana se han recuperado con fuerza, ofreciendo paquetes con todo incluido, electricidad confiable y menos restricciones de viaje. Para Cuba, atraer viajeros en este entorno requerirá más que nuevos modelos de gestión: necesitará calidad constante y confianza en la experiencia del visitante.
Un paso tentativo hacia el cambio
Aun así, la nueva política de arrendamiento marca un cambio significativo en el enfoque económico de Cuba. Reconoce, al menos en parte, que el Estado no puede reactivar la industria turística por sí solo. Si el piloto de Iberostar tiene éxito, podría servir de modelo para reformas híbridas más amplias en sectores como la agricultura o el comercio minorista, donde persisten ineficiencias similares.
En palabras de un experto europeo en turismo familiarizado con el proyecto: «Cuba no está abandonando el socialismo, sino que está aprendiendo a adaptarlo».
Por ahora, el mundo estará atento a Varadero, donde el primer hotel arrendado sirve tanto de experimento empresarial como de símbolo de un optimismo cauteloso. Si el modelo triunfa, Cuba podría finalmente encontrar una forma sostenible de reconectar sus ideales revolucionarios con las necesidades de una industria turística globalizada.
