
Notas para una bitácora personal del cine (independiente) en Cuba
Aquellas productoras no fueron numerosas, ni poseían un claro status legal. No obstante, varias de ellas tuvieron un desempeño estable y notable a través de la realización de video clips, de documentales, de obras de ficción, y de spots publicitarios para firmas extranjeras y nacionales.
En marzo de 1959, la producción cinematográfica en Cuba pasó a manos del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos (ICAIC), aunque también otras instituciones gubernamentales compartieron con esta institución el control de la producción audiovisual. Así, el Instituto Cubano de Radiodifusión (ICR), creado en 1962, fundó sus propios estudios cinematográficos, incluidos los estudios de animación. Igualmente, las fuerzas armadas crearon la Sección Fílmica del Dpto. de Instrucción de las FAR a finales de 1961, que luego serían los Estudios de Cine de las FAR (ECIFAR) a finales de los 60, y más tarde, en 1978, se convertirían en ECITV-FAR, conocida en el gremio como la fílmica de las FAR. Finalmente, en enero de 1994, la fílmica se transformó en la actual empresa Trimagen.
El Ministerio de Educación por su parte, también creó su empresa productora de cine y video (Cined) a inicios de la década de los 70, subordinada a la Dirección de Medios de Enseñanza, a lo que posteriormente, en 1975 se sumó el dpto. de Televisión Educacional (TVE) como parte del entonces Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona en La Habana.
El control estatal sobre los medios de comunicación quedó finalmente legalizado en la Constitución de la República de Cuba de 1976.
Pero a finales de los años 70, un grupo de entusiastas aficionados al cine fundaron el cine-club Sigma en la Casa de la Cultura de Plaza, en el vedado capitalino, que logró atraer la atención del Centro de Información Cinematográfica del ICAIC, el cual colaboró con ellos desarrollando talleres y cursos sobre realización cinematográfica y temas afines en la mencionada Casa de la Cultura. En 1979 aquellos aficionados al cine realizaron sus propios cortos en 16mm, y fueron exhibidos en un primer festival de cine clubes (aunque solo de la ciudad de La Habana y de la entonces Provincia Habana) organizado en la capital. El cineasta Tomas Piard fue el líder de aquel movimiento que creó el Festival CinePlaza para aquel cine independiente y nacional en 1984. Piard presidió el Festival Cine Plaza hasta 1990. Tomás Solana, José Reyes, Jorge Yglesias, Gabriel Gastón y el propio Tomas Piard son algunos de los nombres de aquellos primeros artistas aficionados.
De igual manera, el Cine Club Cubanacán de aficionados del cine en la ciudad de Santa Clara (Miguel Secades, Miguel García, et.al), ya venían trabajando en sus propios materiales cinematográficos, y en diciembre de 1983 organizan el primer Festival de Invierno con la participación de 24 cine clubes de tres provincias que concursan con obras realizadas en 16mm. Durante la década de los 80 creció el movimiento de creadores cinematográficos de tipo independiente en toda la isla, teniendo como base los cine-clubes de apreciación y creación.
Paralelamente, con la llegada de la tecnología del videotape muchas instituciones y ministerios crearon sus respectivos departamentos de video y audiovisuales, lo cual motivó la creación del Movimiento Nacional de Video en Cuba en 1988. Este movimiento organizó encuentros nacionales de videastas y a partir de su segundo evento nacional, sus obras se presentaban en competencia. El MNV no solo agrupó a los realizadores de las instituciones gubernamentales del país, sino que también asimiló a realizadores independientes que contaban con la tecnología necesaria para dicha labor.
En esa misma década, aparecen grupos de jóvenes que se interesaban en la creación del nuevo género audiovisual que llamaban videoclip o video musical. Eran jóvenes que soñaban con crear cine y audiovisuales en general, pero que encontraban muchos obstáculos para ingresar en instituciones como el ICAIC o el ICRT como realizadores. Estos jóvenes coincidieron en tiempo con la fundación de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) del Instituto Superior de Arte (ISA) en 1988, con el Movimiento Nacional de Video, con la Brigada Hermanos Saiz, y con la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños (EICTV), instancias que propiciaron su formación y labor creativa.
Prácticamente todos los realizadores cubanos de video clips de esos años eran independientes. Muy pocos video clips de entonces fueron realizados por instituciones gubernamentales, y por lo general, estas contrataban a freelancers para hacerlos.

Uno de aquellos jóvenes realizadores independientes, Orlando Cruzata, logró un mínimo espacio en la TV Nacional donde comenzó a mostrar con una frecuencia semanal, los videos propios y los de sus colegas. Fue un programa muy seguido por la juventud, pero también muy inestable, por incomprendido y denostado por los directivos y otros estamentos oficiales. Cruzata luchó incansablemente contra presiones y prejuicios durante años y finalmente -no sin obstáculos, aún hoy- pudo consolidar ese espacio televisivo, más un festival que hoy se conoce como el Lucas o los Lucas, Festival del video clip cubano.
Otro importante hito en el desarrollo del audiovisual en Cuba fue la fundación en 1993 de la Televisión Serrana, en la Sierra Maestra. Un exmiembro del ICAIC, Daniel Diez, con un joven equipo de aficionados del cine inaugura un espacio para el audiovisual rural comunitario. Waldo Ramírez, Iriana Pupo, Nilka Yero, Rigoberto Jiménez, Luis Guevara, Carlos Rodríguez, entre otros, conformaron el primer grupo fundador de la TV Serrana en San Pablo de Yao, en la Provincia de Granma. La TV Serrana creó a la par un centro de formación de videastas en sus predios para allí entrenar a los lugareños aficionados al arte audiovisual. Dicho centro ha formado numerosos realizadores desde entonces.
La animación tuvo un sorprendente boom a principios del siglo XXI. Estudiantes del Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI), de la Facultad de Artes Plásticas del ISA, de la Escuela Provincial de Artes Plásticas San Alejandro, y sus iguales en Holguín y en otras regiones de la Isla, pugnaban por participar en algún espacio para exhibir sus obras. Los estudiantes del ISDI crearon su propio evento o festival de animación al que llamaron Anima. Los Estudio de Animación del ICAIC, refundados en el 2003, también organizaron su propio festival interno de animación el cual llamaron El Bolao, activo durante algunos años. Igualmente, los Estudios Abdala de animación de Holguín organizaron encuentros de animados. Los Estudios de Animación del ICRT, a pesar de que por esos años mantenía un perfil productivo bajo, contaban con interesantes realizadores como Ermitis Blanco y Abel Álvarez, quienes produjeron llamativas obras y se mantenían en dialogo con el resto de la comunidad de jóvenes animadores del país.
Muchos de estos jóvenes realizadores provenientes de diversos espacios apenas lograban hallar una plaza fija en alguna de las instituciones gubernamentales del audiovisual, lo que por otra parte no les atraía mucho, pues sentían y temían que las instituciones limitaran sus aspiraciones artísticas.
La energía creativa y el empuje de todos estos nuevos realizadores propició la creación de la I Muestra Nacional del Audiovisual Joven en octubre-noviembre de 2000, auspiciada por el ICAIC. El evento tuvo buena acogida entre los jóvenes realizadores, tanto de dentro como de fuera de las instituciones. La segunda edición de este evento tuvo lugar en 2003 con el nuevo nombre de II Muestra Nacional de Nuevos Realizadores y en su XI edición en 2011, pasó a llamarse Muestra Joven ICAIC. Los géneros cinematográficos que mayor y mejor participación tuvieron en estas muestras fueron el documental y la animación.
Lamentablemente, la Muestra Joven del 2020 fue suspendida por varias razones, entre ellas, la censura, incomprensiones, polémicas y falta de diálogo entre el ICAIC por una parte y los jóvenes organizadores de la muestra y los jóvenes realizadores, por la otra.
Las muestras estimularon la creación audiovisual durante aquellos años y a la par comenzaron a aparecer grupos de creación o pequeñas productoras independientes de las instituciones oficiales. La propia muestra de realizadores del ICAIC comenzó a realizar encuentros entre estos nuevos productores en un espacio llamado El sector industria dentro de las muestras. Aquellas productoras no fueron numerosas, ni poseían un claro status legal. No obstante, varias de ellas tuvieron un desempeño estable y notable a través de la realización de video clips, de documentales, de obras de ficción, y de spots publicitarios para firmas extranjeras y nacionales. Normalmente invertían parte de sus ganancias en la obtención de tecnología que les permitiera competir en el mercado informal de la publicidad, del video musical o del making-of. Estos grupos de producción audiovisual no solo surgieron en la capital, sino que también aparecieron en provincias del centro y del oriente del país, a pesar de que el acceso a fondos, contactos y equipamiento era aún más difícil en aquellos territorios. Nombres como Producciones ADN -ahora FACFILMS- del músico y realizador audiovisual X-Alfonso, Producciones de la 5ta Avenida (Alejandro Brugués, Inti Herrera, Claudia Calviño, Alejandro G. Tovar, y otros), o El Central Producciones (Carlos Rafael Betancourt, Oscar Ernesto Ortega, et.al) son tres ejemplos de estas nuevas productoras independientes.
Por otro lado, la producción cinematográfica del ICAIC disminuía aceleradamente en calidad y cantidad desde la crisis del llamado Período Especial en Cuba, con el derrumbe del Campo Socialista en 1989 y de la URSS en 1991. Cada vez más, las producciones del ICAIC dependían de coproducciones con entidades europeas y algunas latinoamericanas, con todas las ventajas y las limitantes que ello supone.
En ese escenario económicamente inestable y de producciones por fuera de las instituciones gubernamentales sin un claro amparo legal, un grupo importante de cineastas, críticos, investigadores y otros intelectuales, se constituyó en asamblea en mayo de 2013 que a su vez conformó un grupo de 20 representantes (el denominado G20) para elaborar una propuesta de transformación de la industria cinematográfica cubana con énfasis en la creación de una ley de cine que regulara las relaciones entre los creadores y la institución. El ICAIC y el G20 sostuvieron encuentros, debates e intercambios y a pocos años de creado, el G20 se disolvió.
Pero como resultado de aquellos vientos, el ICAIC no solo efectuó cambios internos de sus cuadros, sino que fue instrumental en la promulgación del Registro del Creador Audiovisual y Cinematográfico en el Decreto Ley No. 373/2019, y, por ende, de la legalización de la figura del Creador audiovisual independiente, lo que sin dudas benefició a los freelancers y a las productoras audiovisuales independientes en la Isla. Además, se creó el Fondo de Fomento del Cine Cubano en 2020, bajo el auspicio del ICAIC, lo que contribuyó a financiar proyectos de diversos géneros cinematográficos entre 2021 y 2025. Todas estas acciones fueron bien recibidas por la comunidad audiovisual, pues respondían en buena parte a las demandas del G20. No obstante, quedó pendiente la Ley de Cine.
A pesar de los pasos dados -en particular el reconocimiento del creador independiente- continuaron los roces y las insatisfacciones entre los creadores y las instituciones (el ICAIC fundamentalmente). Las irregularidades en el desarrollo de la 17 edición de la Muestra Joven, que provocó la reacción colectiva de muchos jóvenes cineastas expresada en el manifiesto Palabras del Cardumen (2018), y la suspensión en pleno vuelo de la Muestra Joven de 2020, reabrieron viejas heridas. Hubo malestar y decepción en muchos de los jóvenes creadores e incluso deserción de varios del gremio.
Finalmente, el lamentable incidente del documental La Habana de Fito (Vilar, 2022) inicialmente prohibido y finalmente exhibido en la TV nacional sin la autorización de sus productores, desató una fortísima polémica y la consiguiente ruptura entre el gobierno y su institución de cine de una parte y un gran número de cineastas, actores, críticos e investigadores cubanos, de la otra. Estos últimos fundaron otra Asamblea de cineastas. Pero el contacto y el diálogo con la institución quedó cortado de tal forma que aún no ha sido posible restaurarlo, a pesar de la insistencia de la Asamblea por reabrir el debate. El ICAIC, por su parte, ha optado por financiar proyectos de cine de aquellos cineastas que no se han unido a la Asamblea y desoye los reclamos de esta. Y así, en pausa, queda ahora esta bitácora incompleta del cine independiente cubano.
