Un “paseo” por Buenavista

La barriada, en extremo poblada, pertenece al municipio habanero de Playa. Como nunca antes debí caminarla en busca de un sóquet en medio de estos calores infernales que nos irritan y hacen perder fuerzas y energías.

Fuerte sonó Buenavista que, de buena vista tiene muy poco, cuando los sucesos de la embajada del Perú allá en 1980 y que luego se convertiría en el éxodo por El Mariel. Fueron los “buenavistenses” los primeros en saltar la cerca de la sede diplomática aún sin protección policial. Encima de una bicicleta, apoyado en la cerca vi saltar a amigos, conocidos, compañeros de clases y hasta un retrasado mental muy famoso en esos años al que apodábamos Billy el niño. En la tarde volví a verlo. Le pregunté qué hacía allí y respondió entusiasmado:

-¡Bolombia, Bolombia! ¡Sapaporte pa’ Bolombia!

A pesar de los pesares, resultó en extremo interesante ese recorrido. Tanto, que hasta merece  un tour para los turistas interesados en conocer cómo vivimos y alguien con conocimientos del tema escriba un manual insólito de arquitectura y construcción de emergencia.

La arrancada, en la concurrida esquina de avenida 19 y avenida 70, una arteria de primer orden en la zona. Desde 19 hasta casi 29, un kilómetro loma arriba donde está la funeraria municipal, célebre también porque hace un tiempo alguien que no quiso morir se levantó del féretro para espanto hasta de los seres más allegados, se pueden contabilizar por ambos lados de 70 casi medio centenar de pequeños negocios privados con las más diversas ofertas y servicios. Y si se adentra a los costados, encubiertos como camuflaje de guerra, de todo lo que uno pueda imaginarse: pasajes aéreos para islas cercanas, sacos de arroz, langostas y camarones, pescado fresco, materiales de construcción y tal vez otras cosas peores.

Cervezas, jugos, maltas, espaguetis, artículos de plomería o electricidad, confituras…Carteles donde anuncian la compra del dólar o el euro a 215 pesos cubanos cuando ya la cotización callejera o informal ronda los 240 al tiempo que ya los hay que aseguran jocosamente que en días superará la marca de Javier Sotomayor en salto de altura: los 2,45.

Las sombras son bien aprovechadas. Bajo ellas, en animadas charlas, muchos jóvenes que ni estudian ni trabajan. Algunas pequeñas viviendas llaman la atención por su excelente presencia. En ellas se puede observar el indicativo oficial para rentar en divisas.

Cien minutos en Buenavista serán historia para el recuerdo del forastero y para otros, un simple sóquet de 250 pesos en el bolsillo más un abrazo al amigo octogenario y compañero de armas en par de guerras, José Cutín Aranguren.

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