Tres pesos pesados de Rusia, China y Vietnam en el escenario habanero
Si no hubiésemos dejado morir el teatro bufo y la puesta en escena fuera aprobada por las autoridades políticas, el comienzo podría ser que en el bien afamado cabaret Tropicana coinciden un chino, un ruso y un vietnamita que son atendidos por un simpático camarero cubano.
Justo en el acto en que la joven bailarina es perseguida por gente malvada y decide lanzarse al vacío, ocurre un apagón de poco menos de un minuto. Restablecida la electricidad, la joven resulta ilesa del contratiempo, pero al chino le han robado una pluma de oro blanco y al gallego, escoltado por una mulata y vecino de mesa, la billetera.
Hacia el fondo del escenario se divisa un turista gringo con camisa hawaiana, gafas oscuras a pesar de la noche, sombrerito Canotier y un tremendísimo puro en boca que se pone de pie ante lo sucedido, pero sin decir ni media palabra. Simplemente contemplativo.
Lo que vendría a continuación queda ya de parte de quienes, con ese humor criollo y costumbrista de todos los tiempos, podrían a partir del pie forzoso, crear una divertida historia donde, obviamente, el cubano saldría vencedor por sus ocurrencias.
En La Habana, el excelentísimo señor Serguei Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia; el señor An Yue Jun, secretario general de APCPD (Asociación del Pueblo Chino para la Paz y el Desarme) y Vuong Dinh Hue, presidente del Parlamento vietnamita.
Al margen de todos los discursos protocolares y los verbos empleados siempre en estos menesteres, se trata de tres visitas importantes de cara a la actual situación que se vive en Cuba. Por fortuna para los políticos, no fueron con el bufo a las tablas con alguna que otra incómoda morcilla del negrito, sino a la mesa de conversaciones o quizás un cuidadoso jardín, con temas, por seguro, de extrema importancia no muy públicos que digamos, aunque en el caso vietnamita todo transcurrió con mayor transparencia.