¿Qué necesitas?

Una privilegiada pregunta que lamentablemente a no todos nos hacen. Y créanme que su respuesta es bien difícil, que el dilema de la famosa Cucarachita es insignificante ante una situación de esa naturaleza tan crítica que se vive hoy por hoy en Cuba.

En primer término, porque a no pocos de mi generación nos educaron en no pedir bajo ninguna circunstancia. Recuerdo ahora mismo aquellas angustiosas visitas a casa de amistades de mis padres donde ni agua podíamos solicitar. Y cuando nos ofrecían alguna golosina o refresco mirábamos a papá buscando su aprobación visual.

Y en el bando de los “pedigüeños” no hay distinción para creencias políticas, religiosas o de cualquier otro orden humano. Todos piden por igual. Unos, directamente; otros, con intermediarios de por medio.

Sólo a una persona ajena a tales avatares, que estoy seguro no se tomará el trabajo de leer estos apuntes porque no entiende el castellano, habría que explicarle que se necesita de todo y que lejos de hacerle, como ejemplo, un interminable listado con las cosas más inverosímiles, resulta imprescindible que entienda el significado de todo.

Como que no hay regla sin excepción, conozco de manera muy cercana los que no solicitan nada a pesar de los ruegos de parientes y amistades. Me lo explicó con tres palabras un anciano amigo luego de puntualizar que tal necesidad no aparece en ningún mercado y carece de barra de precios:

-Mucha tranquilidad y esperanzas.