Pollo, aceite, picadillo, detergente y salchicha a todos por igual en Cuba

Tal parece, al menos en la puesta en marcha, que a partir de las nuevas modalidades de venta por cartilla de racionamiento aplicadas por el gobierno provincial de la capital cubana, las largas y penosas filas van camino de desaparecer. Junto a ello, la labor de revendedores y turbios manejos de los alimentos y otros productos en las diversas tiendas no pocos organizados por quienes debían combatir el gran relajo.

Siempre ha sido y será un auténtico quebradero de cabeza lograr repartir equitativamente lo poco entre muchos. Quienes idearon el novedoso sistema por seguro hicieron caso a una vieja demanda popular de que tales artículos fuesen distribuidos por cartilla en las conocidas bodegas donde se encuentran registrados.

Hay que apuntar que nunca fue público un sólido rumor de buena fuente que hubo fuerte debate entre el ministerio de Comercio Interior y otras corporaciones que se resistían a entregarle parte de sus mercaderías porque el interés estaba centrado en la obtención de divisas. De ser rigurosamente cierto el pulso, pues ha ganado Comercio Interior. Dicho de otro modo, ganó la alimentación de las personas que no tienen acceso a la moneda fuerte.

Nadie me lo hizo saber y mucho menos lo leí en ningún respetable y creíble sitio. Fui llamado, con día y hora para acudir al establecimiento y ahí, con cinco vecinos por delante, hice la compra en diez minutos: un cartón de cigarrillos negros, salchichas y par de bolsas de pollo en trozos. Todo lo que venga será así, de esas formas y maneras. 

Las inmensas filas nacidas en la noche anterior, con sus madrugadas respectivas, han desaparecido de un escenario que parecía sin solución dado el trípode oferta-demanda-organización. Ahora, por mucho que se aguarde, resulta difícil pasar de una hora. Y aclaro, en mi zona de residencia.

Un total beneficio, aplaudido con fuerza, para los poco más de 800.000 núcleos familiares registrados en la capital que adquirirán pollo, aceite, picadillo en tubo, detergente y salchicha en los casi 500 establecimientos de la corporación Cimex y la cadena de tiendas Caracol.

Para las bodegas, por el sistema tradicional, quedará el arroz, café, pan, azúcar, aseo y poco más de la débil e insuficiente canasta básica.

En pocas palabras, un dolor de cabeza menos, que no son pocos en el día a día hasta tanto tengamos mejores tiempos.

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