Migración, Deportación: Problemas para ambas orillas
Aquí, Allá y Acullá
Por Javier Toledo
Comienzo por compartir lo esencial de la noticia para después ampliarla un “tin” (un poquito) a modo de una breve aproximación a su importancia.
Los vuelos para los compatriotas que serán deportados desde EE.UU. comenzarán antes de que finalice abril.
La información ha sido publicada por la agencia AP, que entrevistó al vicecanciller cubano Carlos Fernández de Cossío, quien presidió la delegación de la isla en esta nueva ronda sobre temas migratorios efectuada en Washington DC. La estadounidense fue presidida por David Cloe, subsecretario adjunto de Seguridad Interna para el hemisferio occidental.
Estos vuelos, que se efectuaban dos veces al mes, fueron suspendidos debido a la crisis sanitaria de carácter global generada por Covid. Ahora no hay definición, al menos pública, en cuanto a la frecuencia de las operaciones aéreas, pero sí que el número de compatriotas aguardando por su devolución es de cientos, según medios de prensa.
Las cifras de cubanos que emigraron hacia EE.UU durante el pasado año fiscal supera tranquilamente los 240 mil. Impactante.
Para Washington, el aluvión migratorio, independientemente de la vía que usen, sea marítima o por el corredor centroamericano, vale por una escopeta de dos cañones. Primero conlleva un serio problema de seguridad nacional (así lo han definido las autoridades del patio de Allá) y, segundo, se ha convertido en asunto política electoral con vistas a las presidenciales de 2024. Si lo duda, bastaría con aproximarse a las redes sociales y a distintos medios de prensa en la Florida.
Para Cuba, si agregamos la cifra de emigrados hacia Europa y otros países, el total alcanza los 300 mil, según estimados. Este dato, en lo inmediato y restringido a un aspecto, impacta en la perdida de fuerza laboral en el contexto de una sociedad sumamente envejecida (alrededor del 23 % y que, según estimados, alcanzará entre el 25-30 % de la población en los próximos años). Si agregamos a lo anterior el bajo índice de natalidad (1,45 hijos por mujer), por debajo del índice de remplazo, agrava el presente y plantea la interrogante de si ya no habremos hipotecado el futuro.
Nada, que para Cuba también es un problema de seguridad nacional cuya solución NO pasa por regular mediante restricciones la política migratoria y/o de salidas del país, como piensan algunos de los siempre entusiasmados por brindar respuestas simples a problemas sumamente complejos. Tan complejos como que la emigración, por la vía que sea y por como sea, está expresando claramente la profunda crisis que nos ahoga.
La solución –que no la veo a corto y, quizá ni a mediano plazo– pasa inevitablemente por acabar de concretar la reforma integral y profunda, dilatada por años y años.