La Habana sin “brujerías”

Cuando recibí el ocurrente mensaje de mi amigo Juan Andrés, un hombre con el sentido del humor presto las 24 horas del día, no pude menos que, con poco visible disimulo, acercarme a unos metros de casa para observar el árbol que colinda con el muro de la embajada de Angola: limpio de polvo y paja como decía la abuela.

Es que esa sede diplomática, junto a los jardines de la española allá por la Habana Vieja, son sitios donde suelen abundar toda una suerte de ofrendas y sacrificios de santería, quehacer muy frecuente en la isla. Tanto que, creyentes o no, le dejan caer al “santo” el primer sorbito de una botella de ron.

Con respecto a la de España no albergo ninguna duda. Se trata de un esfuerzo más, encomendado a los dioses afrocubanos, por lograr pisar algún día La Puerta del Sol. En cambio, la de Angola logra confundirme porque ha dejado de ser un sitio preferido para emigrar. Tal vez, quizás, obedezca a algún mensaje a los 2.016 muertos que dejamos allí durante la guerra. Con toda franqueza, no lo sé. Tarea pendiente.

Pero he aquí que, en efecto, se nota la ausencia de estas “brujerías” en nuestra capital. Al menos, en esta parte de la ciudad. Y no resultaría desatinado suponer que la hiperinflación, con esos precios celestiales, sea la causante de su ausencia o disminución, que ha obligado a quienes las sugieren recurrir a componentes más asequibles o baratos.

Es el caso de una pequeña bolsita de tela con espacio sobrante en la palma de la mano, atada en su parte superior con una cinta roja con algo en su interior que depositaron frente al vecino centro comercial. Vaya usted a saber si para que bajen los precios y aumente la oferta de alimentos. Nada migratorio.

Que nadie lo dude ni haga el esfuerzo con fino pincel para dibujar una colorida y bucólica mariposa en escena. Ni un pedazo de pan con azúcar morena o prieta estaría disponible a tales efectos para llegar al más allá.

Tomado de elboletin.com.