
La economía cubana: un declive cada vez más profundo
Cuba se enfrenta a una crisis multidimensional —económica, de infraestructura y social— que exige nada menos que un cambio estructural.
Centrándose en los acontecimientos recientes y sus implicaciones, Progreso Semanal ofrece un breve análisis de la economía cubana de los últimos meses. Estos son algunos de nuestros hallazgos:
1. Aumento de la inflación y colapso monetario
La inflación sigue siendo un desafío crítico para Cuba. Las cifras oficiales sugieren una desaceleración, pero la realidad presenta un panorama mucho más sombrío. Según un informe de mayo de 2025, la inflación se situó en torno al 16,4 % interanual, con un fuerte aumento de los precios de los alimentos, en particular de productos básicos como el arroz, los huevos y las papas. Sin embargo, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) oficial probablemente subestima la inflación real, ya que excluye los mercados informales donde compra la mayoría de los cubanos.
En la práctica, esta cruda realidad se hizo evidente cuando el gobierno casi duplicó las pensiones, incrementándolas a unos 4000 pesos al mes. En teoría, esto podría parecer significativo, pero al tipo de cambio informal —alrededor de 400 CUP por dólar— solo equivale a unos 7-8 dólares al mes. Esa cantidad claramente no es suficiente para comprar productos básicos como pollo o huevos, ni siquiera a precios subsidiados.
Mientras tanto, el peso cubano continúa en caída libre. Alrededor del 3 de agosto, el dólar alcanzó los 395 CUP en el mercado informal, igualando el máximo histórico de 2024, según CiberCuba. Para el 20 de agosto, el peso se desplomó aún más: el dólar subió a 405 CUP, mientras que el euro rondaba los 450 CUP. Esta rápida devaluación erosiona el poder adquisitivo, especialmente para los hogares que dependen de ingresos fijos o salarios pagados en pesos, con acceso limitado o nulo a dólares estadounidenses u otras monedas convertibles.
Estas cifras, en conjunto, ponen de relieve que la inflación no se ha desacelerado, sino que está erosionando el nivel de vida, mucho más de lo que muestran las mediciones oficiales.
2. Pilares que se desmoronan: Turismo, azúcar e infraestructura
Dos de los pilares económicos más vitales de Cuba —el turismo y la producción azucarera— se han derrumbado.
El turismo, que en su día fue una importante fuente de ingresos, continúa en declive. Progreso Semanal informó que, hasta abril de 2025, la llegada de turistas disminuyó un 72 % en comparación con el año anterior, y la ocupación hotelera se redujo a un desalentador 24,1 %. Otro informe indica que, si bien parte de la infraestructura turística sigue financiada por el Estado, las condiciones —como los apagones, los servicios deficientes, el deterioro de las carreteras y la creciente inseguridad— han convertido a Cuba en un destino cada vez menos atractivo.
El azúcar, pilar histórico de la economía cubana, se encuentra en una situación aún peor. La cosecha 2024-25 fue un fracaso estrepitoso: la producción se redujo a 165 000 toneladas métricas, desde un pico de millones. Este colapso amenaza a la industria del ron, que depende completamente de la caña de azúcar local para la melaza, poniendo en riesgo a marcas como Havana Club e inversores extranjeros como Diageo y Pernod Ricard, según The Guardian.
La infraestructura energética sigue siendo una crisis y una limitación. Los apagones persistentes, algunos a nivel nacional, ponen de manifiesto las fallas crónicas en la generación de electricidad. Un apagón en febrero de 2025 afectó a gran parte del país (por ejemplo, un corte del 45 %), y se han repetido interrupciones similares, lo que indica una escasez de combustible subyacente y el envejecimiento de las plantas. La escasez de energía afecta a todos los sectores: industria, turismo, comercio, vivienda; prácticamente todos los sectores sufren interrupciones debido a la inestabilidad eléctrica.
3. Dólares, dolarización y fragmentación económica
Para afrontar la crisis, el gobierno cubano ha intensificado la dolarización, lo que ha incrementado las divisiones económicas.
Algunas entidades estatales ahora exigen pagos en dólares estadounidenses en lugar de pesos. Por ejemplo, Cubija, una inmobiliaria estatal afiliada al conglomerado militar GAESA, anunció que los inquilinos extranjeros deben pagar el alquiler en dólares estadounidenses al tipo de cambio oficial (1 dólar estadounidense = 24 CUP). Debido a que este tipo de cambio no coincide con el tipo de cambio real (unos 400 CUP), los costos aumentan drásticamente, lo que supone un grave impacto para las empresas extranjeras en Cuba.
Además, ETECSA, el proveedor estatal de telecomunicaciones, ha optado por servicios digitales exclusivamente en dólares estadounidenses, lo que limita el acceso a los cubanos que ganan en pesos; en respuesta, han estallado protestas estudiantiles.
Si bien estas políticas centradas en el dólar ayudan al gobierno a asegurar la escasa moneda fuerte, también profundizan la desigualdad económica. Quienes tienen acceso a remesas, tarjetas MLC o ahorros en moneda extranjera pueden comprar artículos de primera necesidad y servicios; Quienes carecen de dicho acceso se enfrentan a una privación continua.
4. Crecimiento Negativo y Pronósticos de Deterioro Continuo
Las proyecciones externas ofrecen pocas esperanzas de mejora a corto plazo. La CEPAL predice una caída del PIB del -1,5 % en 2025, con un crecimiento previsto de tan solo el 0,1 % en 2026. Se proyecta que Cuba se encuentre entre las economías con peor desempeño de la región, solo superada por Haití en términos de declive.
Los economistas destacan que los fundamentos macroeconómicos siguen siendo muy débiles: déficits estructurales, erosión de la capacidad productiva, inversión insuficiente y la persistente falta de divisas. A pesar de cierto ajuste fiscal, los déficits siguen siendo insostenibles y el crecimiento sigue limitado por la inflación y la expansión monetaria.
5. Conclusión y Perspectiva: Una nación asfixiada por un colapso estructural
En el último mes, no hay indicios de que la economía cubana se esté estabilizando. Por el contrario, las señales de deterioro —colapso monetario, escasez de alimentos, fallas de infraestructura y declive del turismo— se están agudizando. Las medidas adoptadas —aumentos de pensiones, dolarización, inversión limitada— son más bien reaccionarias que transformadoras.
Mientras que los pensionistas ven un aumento nominal, 4.000 CUP divididos al tipo de cambio inestable no alcanzan para casi nada. Los sectores turístico, azucarero y energético se están desplomando simultáneamente, eliminando fuentes vitales de ingresos, empleos e ingresos públicos. Y la dolarización, lejos de ser una solución, profundiza una economía dividida: un corredor para quienes tienen acceso a divisas, otro para los pobres con recursos locales limitados.
Las opciones a futuro
Para una mejora significativa, Cuba necesita una reforma económica audaz:
Inversión estructural y diversificación: La reactivación de la producción nacional —en agricultura, energía y manufactura— debe priorizarse sobre la reasignación táctica de fondos.
Reforma monetaria: Los tipos de cambio duales/fragmentados son insostenibles. Cuba necesita un sistema cambiario unificado y realista, y control de la inflación mediante una política fiscal creíble.
Modernización energética: Los apagones no son una molestia temporal, sino una sentencia de muerte económica diaria. Invertir en energías renovables y reparar la red eléctrica es urgente.
Reestructuración turística: El sector necesita revitalización, no solo de infraestructura, sino también de mejor accesibilidad, servicios, reputación y seguridad turística.
Sin estas medidas, Cuba corre el riesgo de una mayor contracción, una pobreza más profunda y un continuo aislamiento económico internacional.
En resumen, el último mes no muestra una turbulencia pasajera, sino un declive cada vez más profundo. Cuba se enfrenta a una crisis multidimensional —económica, de infraestructura y social— que exige nada menos que un cambio estructural. Sin él, el panorama es sombrío: socavada por la inflación, paralizada por los cortes de electricidad y dividida por el acceso a divisas: un segmento prospera en dólares, otro se hunde en pesos.
