
El renacimiento de la Doctrina Monroe
Donald Trump habló en la ONU en 2018 y armó gran revuelo cuando dijo que en el hemisferio occidental estábamos comprometidos a mantener nuestra independencia de la intrusión de potencias extranjeras expansionistas, y que desde la época del presidente Monroe se ha rechazado la interferencia de naciones extranjeras en este hemisferio.
Ahora, reclamando para Estados Unidos el Canal de Panamá, Canadá y Groenlandia, vuelve a poner sobre la mesa las aparentemente enterradas políticas de la Doctrina Monroe y del Destino Manifiesto.
Con la llegada de la administración Trump a la Casa Blanca, la casi siempre preterida América Latina, ha regresado a los primeros planos. Prueba de ello es que el primer viaje que realiza fuera de sus predios el flamante nuevo Secretario de Estado ha sido a algunos países centroamericanos y del Caribe (Panamá, El Salvador, Costa Rica, Guatemala y República Dominicana).
Los asuntos de máximo interés que han hecho mover el péndulo en dirección a nuestra región son:
– la emigración descontrolada y la necesidad de cumplir las promesas de Trump de ponerle fin y hacer regresar a sus países a todos los ilegales.
– la necesidad de controlar la entrada de drogas, principalmente de fentanilo, al país, a través de las fronteras de México y Canadá.
– la necesidad de recuperar el Canal de Panamá por un asunto de seguridad nacional, ya que consideran que ha caído bajo control de China.
– la necesidad de contrarrestar la creciente influencia de China en el continente.
– el interés de poner fin a lo que ellos llaman “regímenes ilegítimos” en Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Para atender la región Trump nombró a un “enviado especial”. Como Secretario de Estado ya había sido designado el senador por la Florida Marco Rubio, nacido en EE.UU. de padres cubanos, anticubano de pura cepa y artífice de la política que mantuvo Trump hacia Cuba en su primer mandato, mientras que para enviado especial escogió a Mauricio Claver-Carone, también de origen cubano nacido en EE.UU. y no menos activo que el anterior en sus labores contra la Isla, que fuese principal asesor para América Latina en la primera administración Trump, y más tarde presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, cargo que debió abandonar al conocerse que mantuvo relaciones con una subordinada a la que elevó sustancialmente su salario.
A pesar de los pocos días transcurrido desde la toma de posesión de la nueva administración, ya se han escuchado voces planteando que los pasos dados por Trump en la región semejan a una calle de una sola vía y constituyen un desagradable recuerdo de la Doctrina Monroe que declaraba al hemisferio como esfera de influencia de los Estados Unidos, y al Destino Manifiesto un regalo de Dios para su expansión territorial.
En su discurso inaugural se refirió a América Latina para decir que declararía “emergencia nacional” en la frontera con México para frenar la inmigración, comenzar el proceso de devolver a millones de extranjeros a los lugares de donde vinieron y restablecer la política de “quédate en México”, además de nombrar a los carteles mexicanos del narcotráfico “organizaciones terroristas”. Confirmó que cambiará el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América (o sea de Estados Unidos, ni siquiera Golfo de las Américas), y expresó su decisión de recuperar el Canal de Panamá.
Tan sólo horas después, durante la firma de algunas órdenes ejecutivas, Trump dio muestras de su desprecio por la región cuando dijo al referirse a América Latina: “Serán relaciones grandiosas. Ellos nos necesitan más a nosotros que nosotros a ellos. Nosotros no los necesitamos”.
Con relación a México, Trump anunció un gravamen del 25% a las importaciones procedentes de ese país condicionado a concesiones en materia de control fronterizo y lucha contra el narcotráfico. México ha respondido con firmeza en defensa de su soberanía, y ha tomado medidas en la frontera con EE.UU. reforzando los controles para evitar el trasiego de migrantes y fentanilo, y enviando 10,000 soldados para reforzar las medidas de seguridad. También ha intensificado notablemente su lucha contra los carteles de la droga. Trump ha pospuesto dos veces la fecha de comenzar a aplicar las tarifas, pero no es asunto cerrado. El presidente norteamericano reconoce las medidas tomadas por México, pero dice que son insuficientes, y que el fentanilo y otras drogas siguen llegando. En realidad, la medida parece más destinada a obligar a compañías que operan en México a trasladarse a los EE.UU.
Cuando el presidente de Colombia Gustavo Petro rehusó recibir vuelos militares de Estado Unidos, argumentando el trato inhumano que estos recibían, Trump amenazó con imponerle de inmediato tarifas del 25%, que aumentarían al 50% en una semana, más otras sanciones financieras y revocación de visas a funcionarios del gobierno colombiano. Petro hubo de ceder rápidamente, pero dijo que él enviaría los aviones para la transportación de los retornados. Trump declaró al respecto: “Los eventos de hoy dejan claro al mundo que a Estados Unidos se le respeta nuevamente”.
El Secretario de Relaciones Exteriores de Brasil también se quejó del trato degradante recibido por los inmigrantes durante su deportación.
Panamá hubo de ceder ante las amenazas y presiones, y anunció que no renovaría el acuerdo firmado con China sobre la Iniciativa Belt and Road. Más tarde se conoció que la compañía norteamericana BlackRock estaba comprando dos puertos en Panamá propiedad de una compañía de Hong Kong, uno en cada extremo del canal. Esta compañía china era precisamente foco de tensión entre Panamá y Trump.
El Salvador y Guatemala han aceptado recibir inmigrantes devueltos por EE.UU., no sólo a sus nacionales, sino a los procedentes de cualquier país del mundo. El presidente de Costa Rica Rodrigo Chávez dijo que aceptaría recibir los migrantes que devuelva EE.UU.; “así ayudamos al poderoso vecino del norte, que si nos impone impuestos en las zonas de libre comercio, nos arruina”.
El Ministro de Relaciones Exterior de Honduras declaró que cualquier país tiene que reaccionar ante la amenaza de un 25% en tarifas, y la presidenta Xiomara Castro anunció que considera un cambio en la cooperación con Estados Unidos. Por su parte Chile fue amenazado con tarifas a su cobre. Incluso Republica Dominicana, fue advertida por Rubio de posibles consecuencias si no se adherían a las nuevas políticas. Trump también ha anunciado un arancel del 25% sobre todas las importaciones de acero y aluminio, que entrará en vigor el 12 de marzo, y que perjudicará, entre otros, a Brasil y Argentina.
A 10 días de instalado Trump en la Casa Blanca, ya estaba su enviado especial Richard Grenell viajando a Venezuela. Se entrevistó con varios funcionarios incluyendo el presidente Maduro, y regresó con 6 prisioneros norteamericanos liberados y el compromiso de Venezuela aceptar a todos los inmigrantes que EE.UU. le pretende regresar. Según aclaró, no dio a los venezolanos nada a cambio. No obstante, la licencia de Chevron para operar en Venezuela se renovó automáticamente, lo que hizo pensar lo contrario. Sin embargo, pocos días después se anunció la decisión de revocar la licencia, lo que ha dejado en el aire la pregunta de qué habrá sucedido realmente.
En relación con Nicaragua lo que EE.UU. está tratando, con la ayuda de Costa Rica y probablemente algunos otros de la región, es sacarla del Tratado de Libre Comercio de Centroamérica.
Cuba desde el primer día fue reintegrada en la lista de países patrocinadores del terrorismo, reactivado el título III de la Helms-Burton y restablecida la Lista Restringida de entidades cubanas con las que los estadounidenses no pueden realizar transacciones, incorporando a ésta la Orbit S.A. que procesaba el envío de remesas. El 25 de febrero amplió las restricciones de visas a personas que según Washington, explotan el “trabajo forzoso” de médicos cubanos pertenecientes a las brigadas médicas que prestan sus servicios en otros países; sanción que incluye no sólo a cubanos sino también a funcionarios de gobiernos extranjeros que los contratan.
El trato cruel e inhumano que se manifiesta por parte de EE.UU. hacia los inmigrantes procedentes del continente americano es muestra del desprecio que se siente por ellos y de los sentimientos xenófobos que en el presidente Trump se anidan. La reciente retirada de la página web en español de la Casa Blanca, es una prueba del desprecio de Trump por los cerca de 70 millones de latinos que viven en los EE.UU., y de sus criterios y sentimientos en favor de la supremacía blanca anglosajona. También la de designar el inglés como idioma oficial de EE.UU.
Esta segunda administración de Trump no habrá de parecerse mucho a la primera. Esta vez se trata de un Trump más fuerte que se considera con un mandato tras ganar tanto el voto electoral como el popular, rodeado de un equipo todo de hombres leales a él, y con domino casi total no sólo de las bases del partido, sino también de los republicanos en el Congreso. Se trata ahora de su último período al frente del gobierno, y está decidido a cumplir su promesa de hacer a Estados Unidos grande nuevamente, no sólo a través de la reestructuración del país, sino imponiendo su voluntad al resto del mundo.
Trump está ensayando nuevas variantes para expandir el imperialismo estadounidense, y utiliza como armas el chantaje, las presiones y la amenaza del uso de la fuerza. En este contexto, las tarifas o aranceles, tanto el aumento de éstas como, sobre todo, la amenaza de aplicarlas, se ha convertido en el arma más importante de su arsenal, de hecho, muy eficaz.
Pero una cosa es querer dominar el mundo y otro poder hacerlo. Rusia y Ucrania no se han acercado a negociar la paz. Jordania y Egipto le han echado tierra a la idea de convertir Gaza en la Riviera del Medio Oriente al no aceptar palestinos en sus territorios y ratificar su compromiso con un estado palestino. Irán se ha negado a discutir con EE.UU. bajo presión. Europa está dejando de mostrarse sumisa y comienza a buscar su independencia. Los BRICS continúan fortaleciéndose. Países que comienzan a sentir la asfixia a la que pretende llevarlos las políticas imperialistas de Trump buscan asociaciones económicas con otros para poder resistir la embestida del gigante.
En este contexto, América Latina, suficientemente grande y rica, pero débil y desunida, sigue siendo el traspatio seguro. En pocos días el garrote ha golpeado con saña a Cuba y Venezuela, y amaga con hacerlo a Nicaragua, mientras amenaza al resto en forma de aranceles, impuestos, denegación de visas, incluso invasiones, y en ocasiones sólo con insinuar que “si no hacen lo que queremos podría haber consecuencias.” Y mientras tanto, la zanahoria no se ve por ninguna parte… no hace falta.
