El asunto del falo de Fairhope


Los testigos describen la escena como algo entre una película de Fellini y una lección de civismo que salió horriblemente bien.

FAIRHOPE, AL — Fue un día luminoso para la democracia y aún más brillante para el látex inflable, cuando las autoridades locales de Fairhope arrestaron a una anciana por personificar una metáfora política.

Los testigos describen la escena como algo entre una película de Fellini y una lección de civismo que salió horriblemente bien. Hicieron falta tres fornidos agentes de policía, armados con vergüenza mortal y formularios, para impedir que Jeana Renea Gamble, de 61 años, quien se encontraba pacíficamente junto al centro comercial de Baldwin vestida como un colosal pene inflable, protestara contra la tiranía bajo el lema “No Kings” (“Sin Reyes”). Su cartel decía “No Dick-tator” (“No a los dictadores”, usando un juego de palabras que se refiere al pene), lo cual, según el informe policial, era “tanto exacto como profundamente incómodo de explicar durante la cena”.

Lo mejor de Fairhope, entrenado para manejar crisis tales como adolescentes cruzando la calle en medio de la cuadra o flamencos de jardín no autorizados, decidió que el disfraz calificaba como un “peligro obsceno para el tráfico”. Al preguntársele cómo un falo inflable podía poner en peligro el tránsito, el teniente Shane Nolte explicó que “los conductores estaban distraídos, confundidos y, en algunos casos, profundamente introspectivos”.

Los oficiales exigieron que Gamble “se desinflara”, pero ella se mantuvo firme —o mejor dicho, siguió tambaleándose con dignidad bajo la brisa otoñal. El arresto se volvió viral rápidamente, cuando decenas de teléfonos celulares captaron el trágico ballet: tres policías forcejeando con un símbolo irreverente de la libertad de expresión y de la inseguridad masculina. “Parecía una pintura renacentista sobre la represión”, dijo un transeúnte. “Como si Botticelli hubiera crecido en Alabama”.

El Departamento de Policía de Fairhope emitió un comunicado más tarde ese mismo día aclarando que el arresto “no tenía que ver con política”, sino con la “decencia pública”. El comunicado, impreso en papel oficial, al parecer no incluía ni una pizca de ironía.

Mientras tanto, Gamble, imperturbable, juró luchar contra los cargos. “La Constitución no es una sugerencia”, declaró en las redes sociales, antes de agregar: “y tampoco lo es elegir bien la talla cuando se trata de disfraces políticos”.

Los expertos legales han comenzado a llamar al caso Gamble v. Gravity (“Apuesta v. Gravedad”), señalando que la principal prueba —el falo inflable incautado— se encuentra ahora en el depósito de evidencia, juzgando en silencio a sus captores. Una fuente dentro del departamento confirmó que los agentes aún no han determinado cómo “manejar” o desinflar la pieza sin violar los protocolos ni resultar demasiado sugerente.

Mientras la nación se prepara para otra ronda de protestas “No Kings”, Fairhope se erige como advertencia —o tal vez como monumento— al delicado equilibrio entre la ley y la risa. En algún lugar de Alabama, un símbolo inflable de protesta espera su día en los tribunales, susurrando a través del césped del juzgado: “Soy grande. Contengo enmiendas”.

Y en ese instante, la democracia se alzó —aunque solo fuera por un segundo.