Día de los enamorados

Pudo ser 14 de febrero, pero en aquel tiempo no había almanaques, la sucesión transcurría entre sol y noche. Ocurrió cuando precisamente era noche, oscuridad solo iluminada por discretas estrellas, nada de spot light, algo así como un night club al natural, y el viento, batiendo suave entre los árboles y ramas, tejía música.

La invitó a bailar. Ella sonriente, aceptó. Entrelazados danzaban hasta que ELLA preguntó por el ritmo que deberían llevar. “Como suene en nuestro interior el sonido que llevamos dentro”, respondió.

Desde aquel tiempo sin fechas, bailamos.

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