Del lobo, un pelo por ahora

Merece más nuestra gente de la tercera edad en Cuba. Tal vez en algo se pueda mejorar si no reinara el egoísmo empresarial y personal. Siempre será posible, pero es lo que hay ahora mismo. Con ello habrá que tirar hasta mejores tiempos en una economía que no acaba de levantar cabeza y la moneda nacional pierde valor a diario. La gestión de quienes tienen la responsabilidad de alimentarlos y atenderlos juega un papel de primer orden: el gobierno y sus instituciones.

Allí van, día tras día, mañana, tarde y noche los que carecen de todo. Tanto, que ni un familiar que les alcance un calmante en la madrugada para el dolor en huesos cansados de moverse por la vida y mucho menos que le socorra con moneda fuerte desde el exterior. El municipio habanero Plaza de la Revolución es el que tiene más ancianos viviendo solos en toda la isla.

Tal parece que esto de ser viejo, molesta en muchos países. Algunos les dan la espalda sin contemplaciones; otros, de medio lado y muy contados los que le demuestran agradecimiento por el tiempo servido a la sociedad. Y no faltan esas zonas remotas donde les veneran y antes de tomar una decisión les consultan qué y cómo hacer.

Falta bastante por brindarles. Unos cuantos de ellos ya tienen el disgusto de conocer el hambre y la mendicidad en nuestras calles. Basta salir a caminarlas. Repito, a caminarlas para conocerlos.

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