Cuerda Viva desmiente lo dicho por Gardel
Decía, o mejor cantaba el inolvidable argentino, que 20 años no eran nada. Ana María Rabasa ha demostrado que su programa televisivo Cuerda Viva en estas dos décadas de creado es tanto o más de lo que se pudiera imaginar al abrirle las puertas a muchos jóvenes que hoy en día han escalado a la popularidad en Cuba y más allá de sus fronteras.
Quienes todavía tengan sus dudas acerca de la música llamada alternativa, y me incluyo entre ellos, deberán cuanto antes ver el documental Cuerda Viva. 20 años, realizado por el binomio Rabasa-Cari Rojas para despejar hasta la más mínima preocupación de que tal empeño, además de necesario, será imprescindible en los estudiosos de la música cubana de estos tiempos.
Creo no exagerar en afirmar que se trata de un filme impecable en todos los órdenes cinematográficos. Por si fuese poco, convincente y educador en 72 minutos de pantalla. En él, no hay figura de primera línea en nuestro entorno musical que no tenga palabras de elogio para esa gran contribución de la Rabasa y su equipo de trabajo. Como nunca antes en lo que conozco y he visto, se reúnen tantas luminarias imposibles de mencionar.
De uno de ellos, tomo una sentencia definitoria: “Anita nunca ha sido parte del problema, sino más bien la solución”.
Cuerda Viva, así se hace constar en la introducción al DVD, “ni tempestades, ni pandemias, lo han impedido”. Y termina afirmando: “Contra viento y marea, CUERDA VIVA ha sido, es y seguirá siendo, el programa televisivo para los jóvenes músicos cubanos, un espacio abierto a lo más valioso de la música nacional, el espacio alternativo donde la música crece…”.
Músicos, especialistas, promotores, directivos de la televisión, agentes discográficos, reticentes que nunca faltan y hasta el más simple devoto de la música alternativa, ya pueden ir bajando el sombrero al paso de Ana María Rabasa y su “banda” acompañante.