Cuba se mueve (+English)
La Cuba de hace un año no es la misma que la de hoy. Aquella inercia burocrática que tenía a media isla como en estado de shock, en penoso estado de incertidumbre en múltiples órdenes, ha comenzado lentamente -insisto que a paso de tortuga-, a desaparecer para, al fin y de una vez, seguir ese sabio consejo papal, de reyes u otras voces de que “se abra al mundo”.
Y no es que este servidor esté presentando cartas de futurólogo, promesas de políticos que sólo atinan a eso, a prometer, o dándoselas de vidente de esquina o lo que se le pueda ocurrir al amigo lector, pero el movimiento se nota, se percibe, se olfatea.
El hacia dónde vamos es harina de otro costal. Ahí lo dejo como ejercicio mental para sabios, eruditos y audaces con los verbos y la pluma.
Sólo un detalle, tal vez insignificante y cuidado no sea tonto. Veo con sorpresa que por doquier aparece un cartel anunciando cerveza fría y no puedo menos que recordar esa emblemática escena de El Padrino, donde Michael Corleone ve inmolarse a un combatiente clandestino del 26 de Julio y al instante razona en manos de quiénes estará el futuro de la isla.
Con tantos calores, la desaparecida cerveza reaparece como Ave Fénix y no por vía estatal, sino por la privada, por esos llamados “nuevos actores económicos”. Lo único a lamentar, además del precio, es que no sean cubanas por el aquello de “lo mío primero”. A saber, cuántos problemas tiene la pobre latica, que si ausencia de financiación, tecnología, deudas con el proveedor de materia prima, falta de etiquetas y chapas o que los maestros cerveceros están ahora de cocineros en un restaurante privado porque ganan más.
Ahí están, en los sitios más insospechados, al doblar de una esquina o mediación de cuadra llamando sobre cartones improvisados o de otras maneras a los clientes. Algunos, con popular ingenio y salpicaduras de mercadotecnia como esas que aseguran estar más frías que el corazón de una ex.
Hay movimiento. Bueno, lo dijo un Galileo Galilei de estos tiempos con las mismas palabras: “Y sin embargo, se mueve”. Ojalá que el milagro cerveza sea también, por ejemplo, el de la leche. Se notaría y agradecería más la movida…
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English version:
Cuba in motion
The Cuba of a year ago is not the same as today. That bureaucratic inertia that had half the island in a state of shock, in a painful state of uncertainty in multiple orders, has slowly begun — I insist that at a snail’s pace — to disappear to finally follow that wise advice from the pope as well as that of kings and others that Cuba “open to the world.”
And it is not that I am looking into a crystal ball, only politicians make those types of promises, or I don’t pretend to be a corner psychic, or whatever the reader can imagine, but the movement is noticeable, perceived, you can sniff it.
Where we are going is another matter entirely. I leave that for the reader as a mental exercise for the wise, scholars and the audacious with words and ink.
One small detail, perhaps insignificant and hopefully not silly. I see with surprise that everywhere there is a sign announcing cold beer and I can’t help but remember that emblematic scene from “The Godfather,” where Michael Corleone sees a clandestine July 26 combatant immolate himself and instantly wonders in whose hands will the future of the island land.
With so much heat, the disappeared beer reappears like the Phoenix and not via the state, but through the private sector, through those so-called “new economic actors.” The only regret, in addition to the price, is that they are not Cuban because of the “mine first” thing. Namely, how many problems does the poor beer can have, whether there is a lack of financing, technology, debts with the raw material supplier, lack of labels and plates, or that the brewmasters are now cooks in a private restaurant because they earn more.
There you’ll find them, in the most unexpected places, turning a corner or the middle of the block, calling customers on improvised cards or in other ways. Some, with popular wit and splashes of marketing like those who claim to be colder than an ex’s heart.
Sure there is movement. Well, a Galileo Galilei of these times said it with the same words: “And yet, it moves.” I hope that the beer miracle is also, for example, that of milk. It would be noticeable and I would appreciate the movement even more …