Biden Plan: A brief relief to endless migration (+Español)

The Biden Plan for Cuba, Haiti, Nicaragua and Venezuela seems like a small relief from the current migratory cycle in the region, but it is still far from offering a fundamental solution.

The main objective is to eliminate the explosive concentration of undocumented immigrants on the border with Mexico. Its greatest virtue is the shift in official US thought to recognize the need to regulate the mobility that actually exists.

It opens a legal access route to emigration (parole or conditional entry) and consequently helps to dissolve the irregular route with all its risks, the interference of organized crime and human trafficking.

However, the offer of legal admission spots — 30,000 per month or 360,000 per year for the four countries — is very limited given the demand.

According to records from the United States Customs and Border Protection (CBP), between the fiscal years of 2021 and 2022 alone, the combined entry of undocumented immigrants from the four countries more than tripled, going from 189,251 to 635,323.

In other words, the new plan satisfies only half of the demand, if it remains at the same level.

By individual countries, the demand grew in that period almost six times in the case of Cubans (from 39,303 to 224,607); more than three times for Venezuelans (from 50,499 to 189,520) and Nicaraguans (from 50,722 to 164,600); and had a slight rise in Haitians (from 48,727 to 56,596).

A second weak point of the plan is the limit of two years of stay in the United States. This term is better than that of Temporary Protected Status (TPS), which Washington grants to natives of 12 countries for up to 18 renewable months.

However, there is no emigrant who wants to settle outside his country and then look for a second destination, particularly when the bonds of family attraction operate for generations in the United States.

From this limit, at least until now, Cubans can escape. The Cuban Adjustment Act allows them to opt for permanent residence after one year and one day of stay in the United States.

Contradictorily, the United States still maintains its embassy in Havana without consular service for non-immigrants, thereby unnecessarily putting pressure on the demand for the new parole.

A third weak point of the Biden Plan is the fate of those rejected: those who cross the border without documents will end up expelled to Mexico.

As with Trump’s “Stay in Mexico” plan and with the intermittent application of Title 42, health prevention for covid-19, the mass of rejects will end up in Mexican territory. With what destination? It is not clear.

The official announcement from the White House said that Mexico will accept 30,000 rejects per month, that is, the other half of the demand.

On Monday (Jan. 9), Foreign Minister Marcelo Ebrard explained the position of his government: “Are we going to deport them? Of course not…” Mexico will offer refuge and work, both to those who cross the northern bridges, rejected by the United States, and to those who cross the Suchiate River and reach Chiapas, said the Secretary of Foreign Affairs.

In other words, do the detentions in the centers of the National Institute of Migration, the repatriation flights of Cubans and the bus caravans back to Central America cease? We will see.

All in all, the Biden Plan is at least something in the face of a xenophobic extreme right, which recovered the House of Representatives and, in immigration matters, only wants walls and expulsions. After two decades of discussion, comprehensive immigration reform is impossible for at least the next two years.

On the other hand, emigration from Central America and the Caribbean is a torrent that has its own dynamic. It is not only poverty that drives the exodus, but also violence, repression and the lack of prospects for life.

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Versión en Español:

Plan Biden: pequeño alivio a migración sin fin

El Plan Biden para Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela parece un pequeño alivio al actual ciclo migratorio en la región, pero aún está lejos de ofrecer una solución de fondo.

El objetivo principal es eliminar la explosiva concentración de indocumentados en la frontera con México. Su mayor virtud es el giro en el pensamiento oficial estadunidense para reconocer la necesidad de regular la movilidad laboral realmente existente.

Abre una vía de acceso legal a la emigración (parole o entrada condicionada) y en consecuencia ayuda a disolver la ruta irregular con todos sus riesgos, la injerencia de la delincuencia organizada y el tráfico de personas.

Sin embargo, la oferta de cupos legales de admisión, 30 mil mensuales o 360 mil al año para los cuatro países, es muy limitada ante la demanda.

Según el registro del servicio de Protección de Aduanas y Fronteras de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), sólo entre los años fiscales de 2021 y 2022 la entrada combinada de indocumentados de los cuatro países más que se triplicó, al pasar de 189 mil 251 a 635 mil 323.

Es decir que el nuevo plan alcanza sólo para la mitad, si es que la demanda se mantiene en su mismo nivel.

Por países individuales la demanda creció en ese lapso en casi seis veces en el caso de los cubanos (de 39 mil 303 a 224 mil 607); en más de tres veces en los venezolanos (de 50 mil 499 a 189 mil 520) y los nicaragüenses (de 50 mil 722 a 164 mil 600) y tuvo un ligero ascenso en los haitianos (de 48 mil 727 a 56 mil 596).

Una segunda debilidad del plan es el límite de dos años de estancia en Estados Unidos. Este plazo es mejor que el del Estatus de Protección Temporal (TPS), que Washington otorga a originarios de 12 países hasta por 18 meses renovables.

Sin embargo, no hay emigrante que quiera instalarse fuera de su país para luego buscar un segundo destino, en particular cuando en Estados Unidos operan los lazos de atracción familiar por generaciones.

De este límite, al menos hasta ahora, pueden escapar los cubanos. La Ley de Ajuste les permite optar por la residencia permanente después de un año y un día de estancia en Estados Unidos.

En forma contradictoria, Estados Unidos aún mantiene a su embajada en La Habana sin servicio consular para no inmigrantes, con lo cual presiona innecesariamente la demanda del nuevo parole.

Un tercer punto débil del Plan Biden es el destino de los rechazados: quienes crucen la frontera sin documentos terminarán expulsados hacia México.

Igual que con el plan de Trump “Quédate en México” y con la aplicación intermitente del Título 42, de prevención sanitaria por el covid-19, la masa de rechazados va a terminar en territorio mexicano. ¿Con qué destino? No está claro.

El anuncio oficial de la Casa Blanca dijo que México aceptará 30 mil rechazados al mes, es decir, la otra mitad de la demanda.

Este lunes 9 el canciller Marcelo Ebrard expuso la posición de su gobierno: “¿Los vamos a deportar? Claro que no…” México ofrecerá refugio y trabajo, lo mismo a quienes cruzan los puentes del norte, rechazados por Estados Unidos, que a quienes cruzan el río Suchiate y llegan a Chiapas, dijo el secretario de Relaciones Exteriores.

Es decir que ¿cesan las detenciones en los centros del Instituto Nacional de Migración, los vuelos de repatriación de cubanos y las caravanas de autobuses de regreso a Centroamérica? Veremos.

Con todo, el Plan Biden es algo ante una extrema derecha xenófoba y encrespada, que recuperó la Cámara de Representantes y en materia migratoria sólo quiere muros y expulsiones. Después de dos décadas de discusión, la reforma migratoria integral es imposible al menos por los próximos dos años.

Por el otro lado, la emigración desde Centroamérica y el Caribe es un torrente que tiene su propia fuerza. No es sólo la pobreza la que mueve al éxodo, sino también la violencia, la represión y la falta de horizontes de vida.

Tomado del blog Del Gran Caribe que publica el diario la Jornada.  From the Del Gran Caribe blog published by the newspaper La Jornada. Translation to English by Progreso Weekly.