As Congress considers prolonging Cuba’s terrorist designation, Biden dithers (+Español)
By W.T. Whitney / Counterpunch
Although Cuba’s Revolution survived military invasion, guerrilla actions, terrorist attacks, and bacteriologic warfare, enough was not enough. Now there are pay-offs to dissidents, manipulation of worldwide media coverage, and weaponization of social media capabilities. The U.S. economic and financial blockade persists, after 60 years, and will continue.
That’s mostly because power to end the blockade switched from the executive branch to Congress, courtesy of the Helms Burton Law of 1996. Now the House of Representatives will be considering a bill that, similarly, would have Congress and no longer the president decide on removing Cuba from the U.S. list of terrorism-sponsoring nations.
Miami representative María Elvira Salazar introduced H.R. 314, the so-called FORCE Act, on January 12, 2023. Its aim is “To prohibit the removal of Cuba from the list of state sponsors of terrorism until Cuba satisfies certain conditions, and for other purposes.”
Senator Marco Rubio introduced a companion bill in the U.S. Senate on March 16. The House bill has 24 co-sponsors; five are Floridians. The House Foreign Affairs Committee sent the bill to the House floor on March 28.
Meanwhile, a revived campaign is pressuring President Biden to end the designation of Cuba as terrorism-sponsoring nation. That campaign takes on urgency now inasmuch as Congress may co-opt Biden’s power to do so.
The designation represents a false account of Cuba’s facilitation of peace talks between Colombia’s government and leftist guerrillas. It traces back to old accusations that Cuba was harboring fugitives from the United States.
The designation persisted from the 1980s until 2015, when President Obama removed it, only to be reinstated by President Trump in 2021. The effect is to broaden economic war and bring new grief to Cuba.
U.S. dollars are weaponized; they the de facto currency in all international financial dealings, anywhere, by anyone. A convenient choke point exists, as pointed out recently by Cuban diplomat José Ramón Cabañas: “The issue is the clearing system based in New York. 90% of [Cuba’s] international transactions with US dollars go through that system … [and are] automatically frozen.”
U.S. regulations, introduced through executive action, long ago prohibited state sponsors of terrorism from using U.S. dollars in international transactions. Consequently, payments that Cuban exporters expect from foreign buyers may not arrive, and Cuban importers have difficulties paying foreign suppliers. International loan payments are blocked and grants from international agencies go astray.
The U.S. Treasury Department may impose heavy fines on those international banks and foreign corporations that do handle dollars in transactions with Cuba. Non-offenders avoid Cuba, out of caution. The connection between the terrorism-sponsoring designation and prohibition on the use of U.S. currency has led to shortages and distress in Cuba.
Massachusetts Peace Action has spearheaded the necessary campaign against H.R 314. A recent communication provides information and shows how to contact members of the House of Representatives.
The extended Cuban exile community provides the main support for the legislative proposal. The Cuba part of U.S. foreign policy is regularly farmed out to the population sector with the most to lose or gain. That approach is dysfunctional, irrational, and unfair.
The text of the proposed bill assigns Cuba goals, fulfillment of which would signal that Cuba no longer is be designated as a sponsor of terrorism. These are the very goals that, as specified in the Helms-Burton Law, need to be achieved so that the blockade may be ended. The goals are:
+ Release all political prisoners and allow for investigations of Cuban prisons by appropriate international human rights organizations.
+ Transition away from the Castro regime to a system that guarantees the rights of the Cuban people to express themselves freely.
+ Commit to holding free and fair elections.
Perspective reveals contradictions. The subject of political prisoners demands consideration of the fate of U.S. prisoners held in Guantanamo. It’s worthwhile also to recall that neither Fidel or Raul Castro now plays a part in Cuba’s government; that their influence may persist, just as did Abraham Lincoln’s in the United States; and that in Cuba organized discussion among wide sectors of the population invariably precedes the introduction of important initiatives. The last such occasion was the discussion period in 2022 prior to the vote on the Constitutional Amendment for a Family Code.
And, lastly, Cuba’s conduct of elections is exemplary. In voting on March 26 for Cuba’s National Assembly, 75% of the voting population took part. The portion of those who vote in U.S. national elections is far smaller. The make-up of delegates to the Assembly reflects the demographics of Cuba’s population. As delegates, they choose Cuba’s leaders, who are themselves members of the National Assembly. That’s a process followed in the parliamentary systems of many countries.
W.T. Whitney Jr. is a retired pediatrician and political journalist living in Maine.
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Versión en Español:
Mientras el Congreso considera prolongar la designación terrorista de Cuba, Biden vacila
Aunque la Revolución de Cuba sobrevivió una invasión militar, las acciones guerrilleras, los ataques terroristas y la guerra bacteriológica, no fue suficiente. Ahora hay pagos a los disidentes, manipulación de la cobertura de los medios de comunicación en todo el mundo y armamento de las capacidades de las redes sociales. El bloqueo económico y financiero de Estados Unidos persiste, después de 60 años, y continuará.
Eso se debe principalmente a que el poder para poner fin al bloqueo pasó del poder ejecutivo al Congreso, cortesía de la Ley Helms Burton de 1996. Ahora la Cámara de Representantes considerará un proyecto de ley que, de manera similar, haría que el Congreso, y no el presidente, decidiera destituir Cuba de la lista de Estados Unidos de países patrocinadores del terrorismo.
La representante de Miami María Elvira Salazar presentó H.R. 314, la llamada Ley FORCE, el 12 de enero de 2023. Su objetivo es “Prohibir la eliminación de Cuba de la lista de estados patrocinadores del terrorismo hasta que Cuba cumpla con ciertas condiciones, y para otros fines”.
El senador Marco Rubio presentó un proyecto de ley complementario en el Senado de los EE. UU. el 16 de marzo. El proyecto de ley de la Cámara tiene 24 copatrocinadores; cinco son floridanos. El Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara envió el proyecto de ley al pleno de la Cámara el 28 de marzo.
Mientras tanto, una campaña renovada presiona al presidente Biden para que ponga fin a la designación de Cuba como nación patrocinadora del terrorismo. Esa campaña cobra urgencia ahora en la medida en que el Congreso puede cooptar el poder de Biden para hacerlo.
La designación representa un relato falso de la facilitación de Cuba de las conversaciones de paz entre el gobierno de Colombia y las guerrillas de izquierda. Se remonta a viejas acusaciones de que Cuba estaba dando cobijo a fugitivos de Estados Unidos.
La designación persistió desde la década de 1980 hasta 2015, cuando el presidente Obama la eliminó, solo para ser restablecida por el presidente Trump en 2021. El efecto es ampliar la guerra económica y traer un nuevo dolor a Cuba.
Los dólares estadounidenses están armados; son la moneda de facto en todos los tratos financieros internacionales, en cualquier lugar, por cualquier persona. Existe un cuello de botella conveniente, como señaló recientemente el diplomático cubano José Ramón Cabañas: “El problema es el sistema de compensación con sede en Nueva York. El 90% de las transacciones internacionales [de Cuba] con dólares estadounidenses pasan por ese sistema… [y son] congeladas automáticamente”.
Las regulaciones estadounidenses, introducidas a través de una acción ejecutiva, prohibieron hace mucho tiempo que los estados patrocinadores del terrorismo utilicen dólares estadounidenses en transacciones internacionales. En consecuencia, los pagos que los exportadores cubanos esperan de los compradores extranjeros pueden no llegar y los importadores cubanos tienen dificultades para pagar a los proveedores extranjeros. Los pagos de préstamos internacionales están bloqueados y las subvenciones de las agencias internacionales se pierden.
El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos puede imponer fuertes multas a los bancos internacionales y corporaciones extranjeras que manejan dólares en transacciones con Cuba. Los no infractores evitan Cuba, por precaución. La conexión entre la designación de patrocinio del terrorismo y la prohibición del uso de la moneda estadounidense ha provocado escasez y angustia en Cuba.
Massachusetts Peace Action ha encabezado la campaña necesaria contra H.R 314. Una comunicación reciente proporciona información y muestra cómo contactar a los miembros de la Cámara de Representantes.
La comunidad ampliada del exilio cubano brinda el principal apoyo a la propuesta legislativa. La parte de Cuba de la política exterior de los EE. UU. se asigna regularmente al sector de la población que tiene más que perder o ganar. Ese enfoque es disfuncional, irracional e injusto.
El texto del proyecto de ley propuesto asigna metas a Cuba, cuyo cumplimiento significaría que Cuba ya no puede ser designada como patrocinador del terrorismo. Estos son precisamente los objetivos que, como se especifica en la Ley Helms-Burton, deben alcanzarse para que se ponga fin al bloqueo. Los objetivos son:
+ Liberar a todos los presos políticos y permitir que las organizaciones internacionales de derechos humanos apropiadas investiguen las prisiones cubanas.
+ Transición del régimen castrista a un sistema que garantice los derechos del pueblo cubano a expresarse libremente.
+ Comprometerse a celebrar elecciones libres y justas.
La perspectiva revela contradicciones. El tema de los presos políticos exige considerar el destino de los presos estadounidenses recluidos en Guantánamo. Vale la pena recordar también que ni Fidel ni Raúl Castro ahora juegan un papel en el gobierno de Cuba; que su influencia perdure, tal como lo hizo Abraham Lincoln en los Estados Unidos; y que en Cuba la discusión organizada entre amplios sectores de la población precede invariablemente a la introducción de importantes iniciativas. La última de esas ocasiones fue el período de discusión en 2022 previo a la votación de la Reforma Constitucional para un Código de Familia.
Y, por último, la conducción de las elecciones en Cuba es ejemplar. En la votación del 26 de marzo para la Asamblea Nacional de Cuba participó el 75% de la población votante. La porción de quienes votan en las elecciones nacionales de Estados Unidos es mucho menor. La composición de los delegados a la Asamblea refleja la demografía de la población de Cuba. Como delegados, eligen a los líderes de Cuba, quienes también son miembros de la Asamblea Nacional. Ese es un proceso seguido en los sistemas parlamentarios de muchos países.