A la espera del submarino ruso que no será amarillo y una fragata canadiense
Concurridito que tendremos en breve el puerto de La Habana. No como en otros mejores tiempos en que atracaban toda una suerte de cruceros, buques portacontenedores más aquellos que en sus bodegas guardaban petróleo y hasta algún que otro yate de lujo fondeado frente a la antigua Lonja del Comercio.
Jornadas en que el Práctico de la rada en su modesta lanchita Pilot no tenía mucho descanso que digamos. No fueron pocas las ocasiones en que le veía desafiar el fuerte oleaje mar afuera en la búsqueda del visitante.
Desde el aire y desde tierra firme se parecerá más a un país en pie de guerra, con su multicolor flota lista para zarpar en misión de combate en un país necesitado de resucitar su economía, que nada mejor que la actividad portuaria para calibrar su estado y situación.
Y ahí estarán, mirándose a las caras el submarino Kazán, de propulsión nuclear, y la moderna fragata de la Armada Real de Canadá, HMCS Margaret Brooke.
Tan pronto salió la nota del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias indicando que con la próxima llegada del convoy militar ruso este miércoles no había que preocuparse porque arribaba sin armamento nuclear alguno, llamé a un pariente jubilado ya del mundo de esas máquinas de guerra subacuáticas.
La revelación fue interesante. Por vez primera, en visita oficial en la larga historia de relaciones soviético-rusas un submarino de esas características atraca en aguas cubanas.
Esperemos que los oficiales de inteligencia naval de ambas banderas honren la amistad y que no ocurra el menor incidente. Vamos, que nada de drones volando por encima de los navíos so pretexto de la belleza natural del entorno, cada cual en lo suyo, ajustados al programa elaborado por las autoridades cubanas.
Y terminada la semana de elogios y reconocimientos, calabaza, calabaza, a la imagen de un puerto fantasma…