
Estados Unidos continúa su intento de derrocar la Revolución Bolivariana de Venezuela
No se trata solo de una intervención contra Venezuela, sino contra todos aquellos gobiernos que Estados Unidos desea derrocar.
Desde principios de septiembre, Estados Unidos ha dado todas las señales de que podría estar preparándose para un ataque militar contra Venezuela. El Instituto Tricontinental de Investigación Social, en colaboración con ALBA Movimientos, la Asamblea Internacional de los Pueblos, No Cold War y el Instituto Simón Bolívar, elaboró la alerta roja n.° 20, «Los perros del imperio ladran a Venezuela», sobre los posibles escenarios e implicaciones de una intervención estadounidense.
En febrero de 2006, el presidente venezolano Hugo Chávez viajó a La Habana para recibir el Premio José Martí de la UNESCO, otorgado por Fidel Castro. En su discurso, comparó las amenazas de Washington contra Venezuela con el ladrido de perros, diciendo: «Que ladren los perros, porque es señal de que estamos en movimiento». Chávez añadió: «Que ladren los perros del imperio. Ese es su papel: ladrar. Nuestro papel es luchar para lograr en este siglo —ahora, por fin— la verdadera liberación de nuestro pueblo». Casi dos décadas después, los perros del imperio siguen ladrando. ¿Pero morderán? Esa es la pregunta que esta alerta roja busca responder.
El sonido de los ladridos
En febrero de 2025, el Departamento de Estado de EE. UU. designó a la red criminal Tren de Aragua como una «organización terrorista extranjera». Posteriormente, en julio, el Departamento del Tesoro de EE. UU. incluyó al llamado Cártel de los Soles en la lista de sanciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) como un «grupo terrorista transnacional». Ningún informe previo del gobierno estadounidense, ni de la Administración para el Control de Drogas (DEA) ni del Departamento de Estado, había identificado a estas organizaciones como amenazas, y no se ha presentado ninguna prueba pública verificable que respalde la supuesta magnitud o coordinación de ninguno de los dos grupos. No hay evidencia de que Tren de Aragua sea una operación internacional coherente. En cuanto al Cártel de los Soles, su nombre apareció por primera vez en 1993, en Venezuela, en un informe sobre las investigaciones a dos generales de la Guardia Nacional —en referencia al símbolo del sol en sus uniformes—, años antes de la victoria presidencial de Hugo Chávez en 1998.
El gobierno de Trump alegó que estos grupos, en colaboración con el gobierno de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, son los principales traficantes de drogas hacia Estados Unidos, sin aportar prueba alguna de dicha conexión. Además, informes de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y de la propia DEA han concluido sistemáticamente que los grupos venezolanos tienen una participación marginal en el narcotráfico mundial. Aún así, el Departamento de Estado de EE. UU. ofreció una recompensa de 50 millones de dólares por información que condujera al arresto de Maduro, la mayor en la historia del programa.
Estados Unidos ha reactivado la contundente «Guerra contra las Drogas» para presionar a los países que no ceden ante sus amenazas o se resisten obstinadamente a elegir gobiernos de derecha. Recientemente, Trump ha atacado a México y Colombia, invocando sus problemas con el narcotráfico para arremeter contra sus presidentes. Si bien Venezuela no tiene un problema significativo de drogas a nivel interno, esto no ha impedido que Trump ataque al gobierno de Maduro con mucha más virulencia. En octubre de 2025, la política venezolana María Corina Machado, del movimiento Vente Venezuela, recibió el Premio Nobel de la Paz.
Machado no pudo postularse a la presidencia en 2024 principalmente porque había realizado una serie de declaraciones consideradas traición, aceptó un cargo diplomático de otro país para abogar por la intervención en Venezuela (en violación del Artículo 149 de la Constitución) y apoyó las guarimbas (violentas acciones callejeras en las que se golpeaba, quemaba vivas y decapitaba a personas). También ha defendido las sanciones unilaterales de Estados Unidos que han devastado la economía. El Premio Nobel se obtuvo gracias al trabajo de la Fundación Inspire America (con sede en Miami, Florida, y dirigida por el abogado cubanoamericano Marcell Felipe) y a la intervención de cuatro políticos estadounidenses, tres de ellos cubanoamericanos (Marco Rubio, María Elvira Salazar y Mario Díaz-Balart).
La conexión cubanoamericana es clave, pues demuestra cómo esta red política, centrada en el derrocamiento, por cualquier medio, de la Revolución Cubana, ve ahora una intervención militar estadounidense en Venezuela como una vía para impulsar un cambio de régimen en Cuba. Por lo tanto, no se trata solo de una intervención contra Venezuela, sino contra todos aquellos gobiernos que Estados Unidos desea derrocar.
La Mordida
En agosto de 2025, el ejército estadounidense comenzó a concentrar fuerzas navales en el sur del Caribe, incluyendo destructores de la clase Aegis y submarinos de ataque de propulsión nuclear. En septiembre, inició una campaña de ataques extrajudiciales contra pequeñas lanchas motoras en aguas caribeñas, bombardeando al menos trece embarcaciones y causando la muerte de al menos 57 personas, sin ofrecer pruebas de vínculos con el narcotráfico. A mediados de octubre, Estados Unidos había desplegado más de 4000 soldados frente a las costas de Venezuela y 5000 en alerta en Puerto Rico (incluyendo cazas F-35 y drones MQ-9 Reaper), autorizó operaciones encubiertas dentro del país y realizó vuelos de demostración con bombarderos B-52 sobre Caracas. A finales de octubre, el grupo de ataque del portaaviones USS Gerald R. Ford fue desplegado en la región. Mientras tanto, el gobierno venezolano movilizó a la población para defender el país.
Cinco escenarios para la intervención estadounidense
Escenario n.° 1: la opción del Hermano Sam. En 1964, Estados Unidos desplegó varios buques de guerra frente a las costas de Brasil. Su presencia envalentonó al general Humberto de Alencar Castelo Branco, jefe del Estado Mayor del Ejército, y a sus aliados, quienes dieron un golpe de Estado que instauró una dictadura de 21 años. Pero Venezuela es un escenario distinto. Durante su primer mandato, Chávez reforzó la formación política en las academias militares y centró la capacitación de los oficiales en la defensa de la Constitución de 1999. Por lo tanto, es improbable que una figura como Castelo Branco pueda salvar la situación para Washington.
Escenario n.° 2: la opción de Panamá. En 1989, Estados Unidos bombardeó Ciudad de Panamá y envió tropas de operaciones especiales para capturar a Manuel Noriega, líder militar panameño, y llevarlo a una prisión estadounidense, mientras que políticos respaldados por Estados Unidos tomaron el control del país. Una operación de este tipo sería más difícil de replicar en Venezuela: sus fuerzas armadas son mucho más poderosas, están entrenadas para conflictos asimétricos prolongados y el país cuenta con sofisticados sistemas de defensa aérea (en particular, los sistemas tierra-aire rusos S-300VM y Buk-M2E). Cualquier campaña aérea estadounidense se enfrentaría a una defensa constante, por lo que la posibilidad de que un avión sea derribado —una gran pérdida de prestigio— es algo que Washington difícilmente estaría dispuesto a arriesgar.
Escenario n.° 3: la opción de Irak. Una campaña de bombardeos de «conmoción y pavor» contra Caracas y otras ciudades, para desestabilizar a la población y desmoralizar al Estado y a las fuerzas armadas, seguida de intentos de asesinar a altos dirigentes venezolanos y de apoderarse de infraestructura clave. Tras un ataque de esta magnitud, la ganadora del Premio Nobel de la Paz, Machado, probablemente se declararía dispuesta a asumir el mando y alinear estrechamente a Venezuela con Estados Unidos. La ineficacia de esta maniobra radica en que el liderazgo bolivariano está profundamente arraigado: las raíces de la defensa del proyecto bolivariano se encuentran en los barrios obreros, y las fuerzas armadas no se desmoralizarían de inmediato, a diferencia de lo ocurrido en Irak. Como señaló recientemente el ministro del Interior de Venezuela, Diosdado Cabello: «Quien quiera puede recordar Vietnam… cuando un pueblo pequeño pero unido, con una voluntad de hierro, logró darle una lección al imperialismo estadounidense».
Escenario n.° 4: la opción del Golfo de Tonkín. En 1964, Estados Unidos intensificó su participación militar en la guerra de Vietnam tras un incidente presentado como un ataque no provocado contra destructores estadounidenses frente a la costa del país. Revelaciones posteriores demostraron que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) fabricó información de inteligencia para crear un pretexto para la escalada. Estados Unidos afirma que actualmente realiza «ejercicios de entrenamiento» navales y aéreos cerca de las aguas territoriales y el espacio aéreo venezolanos. El 26 de octubre, el gobierno venezolano declaró haber recibido información sobre un plan secreto de la CIA para realizar un ataque de falsa bandera contra buques estadounidenses cerca de Trinidad y Tobago con el fin de provocar una respuesta de Estados Unidos. Las autoridades venezolanas advirtieron sobre las maniobras estadounidenses y afirmaron que no cederán ante provocaciones ni intimidaciones.
Escenario n.° 5: la opción de Qasem Soleimani. En enero de 2020, un ataque con drones estadounidenses, ordenado por Trump, acabó con la vida del general Qasem Soleimani, jefe de la Fuerza Quds de Irán. Soleimani era uno de los altos cargos de Irán y responsable de su estrategia de defensa regional en Irak, Líbano, Gaza y Afganistán. En una entrevista en 60 Minutes, el exencargado de negocios de Estados Unidos para Venezuela, James Story, declaró: «Tenemos los recursos necesarios para hacer todo lo posible, incluso decapitar al gobierno», una clara declaración de intenciones de asesinar al presidente. Tras la muerte del presidente Hugo Chávez en 2013, funcionarios estadounidenses predijeron el colapso del proyecto. Han transcurrido doce años y Venezuela continúa por la senda trazada por Chávez, impulsando su modelo comunal, cuya resiliencia se basa no solo en el liderazgo colectivo de la revolución, sino también en una sólida organización popular. El proyecto bolivariano nunca ha sido obra de una sola persona.
Es improbable que China y Rusia permitan un ataque contra Venezuela sin presionar para obtener resoluciones inmediatas del Consejo de Seguridad de la ONU, y ambos países operan con frecuencia en el Caribe, incluyendo ejercicios conjuntos con Cuba y misiones globales como la Misión Armonía 2025 de China.
Esperamos que ninguno de estos escenarios se materialice y que Estados Unidos desestime sus opciones militares. Sin embargo, la esperanza por sí sola no basta: debemos trabajar para ampliar el espacio de la paz.
