Julio Carranza: “El tiempo pasa y las contradicciones en Cuba van acumulándose”
Por Osvaldo Pupo / On Cuba
En un análisis de la situación actual de Cuba, el economista Julio Carranza advierte que la isla enfrenta tres crisis, como mínimo. “Una macroeconómica, una de crecimiento y una del modelo económico”, apuntó.
El doctor en Ciencias Económicas y exconsejero regional de la Unesco explicó, en entrevista con OnCuba, que la nación también enfrenta problemas asociados a la infraestructura, la situación demográfica y la generación eléctrica, entre otros.
Igualmente, consideró que el panorama internacional no es del todo favorable. “No tenemos grandes alianzas internacionales, como en el pasado. Hay muchos países amigos, buenas relaciones con muchos estados, pero alianzas que impliquen, por ejemplo, un tratamiento económico preferencial de manera significativa, más allá de lo importante que ha sido la relación con Venezuela, en este momento no existen”.
Se mantienen además las condiciones que en los últimos 60 años han acompañado la realidad económica de la isla. “Cuba es un país pequeño, de muy limitados recursos naturales, colocado en un área geopolítica muy complicada, cerca de los Estados Unidos, una gran potencia con una política muy hostil”, afirmó.
“Cuando hay una situación tan complicada como la que Cuba tiene, que se debe a factores históricos de naturaleza diversa y se expresa en una crisis económica y social, la manera de superarla estratégicamente es haciendo una transformación fundamental del modelo de funcionamiento de la economía y la sociedad”, reflexionó Carranza.
En su opinión, el horizonte de esa reforma debe ser socialista. Sin embargo, advirtió que es necesario definir qué significa socialismo en las condiciones cubanas. “Los esquemas rígidos del socialismo histórico no son adecuados para darle respuesta a este problema”, aseveró.
El corazón de la reforma
Julio Carranza insiste en que el debate entre los diferentes actores sociales es clave para conseguir transformar la realidad económica.
“La economía es una ciencia social y lo es porque no estudia relaciones entre cosas, sino entre personas. Por eso, esta discusión sobre la economía tiene que ser más abierta, participativa, más entendida por las personas, sobre todo en una época de crisis y de cambios necesarios”, señaló.
El experto considera que la llamada empresa estatal socialista y la producción agropecuaria deben ser “el corazón de la reforma integral”.
“Tenemos un sistema de empresas que, salvo algunas excepciones, es esencialmente ineficiente y ahí está la mayor parte de la economía. Las empresas tienen que ser objeto de una transformación, no para que dejen de ser estatales, sino para que dejen de ser ineficientes. Para eso, tienen que integrarse de una manera más autónoma con el mercado”, dijo.
Afirmó que se necesita generar competitividad y pasar de una planificación burocrática y administrativa de asignación de recursos a una más financiera e indicativa. “Seguir atados a las formas de planificación de los viejos países socialistas de Europa sería una necedad que se puede pagar muy caro”, precisó.
En tanto, Carranza explicó su oposición al término con que se conoce a las empresas de propiedad estatal en la isla. “Prefiero llamarlas públicas. En un país como Cuba, cuando se dice que esta es la empresa estatal socialista se quiere decir que las demás son capitalistas, con lo cual se coloca al sector privado en una lógica antisistema que genera prejuicios”, dijo.
“Lo que es socialista o capitalista es el sistema que las integra, la manera en que se regulan los mercados, en que se redistribuye la riqueza social, la forma en que hay participación popular y se mantiene el poder popular a través de las instituciones democráticas”, afirmó.
Por otra parte, el economista, al referirse a la agricultura, comentó que ese sector tiene muchas limitaciones, que se han tratado de solucionar con una lista de medidas. “Pero, lo que se necesita es una transformación del concepto de cómo se producen alimentos en Cuba”, aseveró.
En su opinión, ese cambio incluiría una discusión sobre el papel del sector privado en la agricultura.
“La parte mayoritaria de los alimentos la está produciendo el sector privado; sin embargo, está lleno de limitaciones. Desde las estructuras de Acopio, que por definición no son malas, pero no funcionan bien, hasta el acceso que tienen a condiciones de producción, incluida la tierra”, dijo.
Carranza también criticó el desbalance en las inversiones de Cuba y su impacto en el sector.
“La política inversionista, a todas luces, parece no responder las prioridades fundamentales del país porque hay más de 30 % de concentración de la inversión en el sector inmobiliario-hotelero y menos de 3 % en la agricultura. También es insuficiente en otros sectores fundamentales como la salud, la educación”, comentó.
Esto significa, al decir del economista, que los escasos recursos nacionales se están invirtiendo en el turismo, cuando este sector no está ahora en condiciones de retribuir esa inversión. Mientras, la producción agropecuaria necesita capitales.
Cuba no crece
“Uno de los problemas más críticos en la economía cubana es que ha perdido su capacidad de crecimiento, o sea, su potencial de generar producciones e incrementar la oferta de productos y servicios”, aseguró Carranza.
De hecho, la economía de la isla se contrajo un 1,9 % en 2023. El economista identificó algunas de sus causas. Entre estas, las sanciones del gobierno de Estados Unidos.
“Sin lugar a duda, el bloqueo (embargo) es criminal; sin embargo, modificarlo no está en manos del gobierno cubano. Por tanto, hay que superar este problema a pesar del bloqueo”, dijo.
Otra de las causas es el “golpe” que recibió la industria azucarera, que fue “la columna vertebral de la economía cubana durante siglos”.
“Cuba pasó de producir en el año 1970 más de 8 millones de toneladas de azúcar a menos de la décima parte de esa cifra en la actualidad. La reducción ha sido notable; por tanto, el factor fundamental de articulación de la economía cubana en términos internos y de su conexión con el exterior recibió un golpe muy fuerte sin que tuviera un sustituto”, explicó.
Asimismo, comentó sobre otra de las dificultades que enfrenta la isla para impulsar el crecimiento económico: la deuda externa.
“Cuba tiene una deuda que la obliga constantemente a buscar formas de renegociación y la somete a reclamos internacionales, tanto bilaterales como multilaterales. Esto cierra mucho el acceso al crédito. Hay que buscar formas para poder solucionar el problema. Estoy de acuerdo con algunos economistas que han propuesto pagar una parte con activos nacionales, bajo fórmulas novedosas y de ingeniería financiera”, dijo.
Además de esta realidad, la nación mantiene un problema de larga data: la inconvertibilidad del peso cubano.
La economía cubana no crece, afirma Carranza. Foto: Osvaldo Pupo
“Se esperaba que con el Ordenamiento monetario se establecería una sola moneda y tasa de cambio; sin embargo, hoy tenemos más monedas y más tasas de cambio que nunca”, apuntó Carranza, quien calificó a ese programa iniciado en 2021 como el error más delicado que se ha cometido en los últimos años.
“El Ordenamiento monetario, sin haber creado condiciones previas para que creciera la oferta de productos y servicios, multiplicó abruptamente una parte importante de los costos de las empresas estatales por 24, con lo cual el incremento de precios fue inmediato. Se trató de solucionar esto con el aumento de salarios y jubilaciones, pero, al no existir una respuesta productiva, lo que ocurrió fue un mayor proceso inflacionario, presente hasta hoy”, expuso.
Salir de la zona de turbulencias
Antes de acometer los cambios integrales en la economía cubana, Carranza señala que se deben solucionar algunos asuntos que definen el éxito del proceso.
“Cuando una economía está bajo desequilibrios macroeconómicos es como cuando un avión está pasando por una zona de turbulencias. Lo primero es salir de ahí para después poder enrumbar bien. Todo el proceso de cambio está condicionado por la restitución de estos equilibrios, que les den a los actores económicos y a los consumidores un espacio de funcionamiento de mayor normalidad, estabilidad y no con las tensiones tan grandes de hoy, que se expresan no solo en dificultades en el sector alimentario, también la salud, los servicios fundamentales, como la electricidad, el agua, la infraestructura, la banca y otros”, explicó.
Una de las expresiones de estos desequilibrios macroeconómicos es la inflación, la cual, advierte el experto, tiene el potencial de generar tensiones sociales.
“La inflación significa un proceso de despojo de los recursos de la gente, sobre todo de los más vulnerables, que en Cuba son hoy la gran mayoría”, apuntó Carranza, quien criticó la medida de topar precios aprobada por el gobierno en julio pasado, pues lo que ocurre en realidad es que productos van a parar al mercado negro.
El economista expresó su preocupación por que no exista un plan público sobre cómo el gobierno prevé restituir el equilibrio macroeconómico.
“Escuché hablar de un plan hasta el año 2030. Estamos en 2024 y seis años es mucho tiempo. Políticamente no aguanta. Tiene que haber soluciones más inmediatas”, indicó.
En ese sentido, para Carranza, el problema económico, social y político más crítico y preocupante que tiene Cuba en la actualidad es que no se pueden cubrir las necesidades más elementales con los salarios y las pensiones. “Es un problema que toca la dignidad humana”, enfatizó.
Ejemplificó que el salario medio ronda los 4 mil pesos cubanos y un cartón de huevos 3 mil. “Es un problema serio”.
“En una sociedad de trabajadores, como la nuestra, lo que más debe valer y ser reconocido es el trabajo de la gente. El salario es la retribución material, el reconocimiento de la condición de trabajador. Cuando el salario no es funcional, lo que te están diciendo es que no sirve tu trabajo, tu condición de trabajador”, afirmó.
Julio Carranza aseguró que se requiere de una “mentalidad nueva, abierta, anti dogmática, sin parálisis paradigmática” para abordar y resolver los problemas económicos de la isla. “El tiempo pasa, las contradicciones se van acumulando y pueden conducir a situaciones sociales y políticas muy complicadas”, aseveró.
Se ha perdido tiempo
“Si la transformación de la economía hubiera empezado de manera más profunda desde la segunda mitad de la década de 1990, habríamos avanzado mucho”, consideró Carranza.
No fue por falta de propuestas, porque junto a él, otros dos economistas (Luis Gutiérrez y Pedro Monreal), escribieron el libro “Cuba: La reestructuración de la economía: Una propuesta para el debate”, publicado por la Editorial de Ciencias Sociales en 1995 y por otras casas editoriales extranjeras posteriormente.
“Tuvo bastante divulgación, pero no un impacto importante en las políticas que se estaban haciendo en la segunda mitad de los años 90”, lamentó Carranza, quien, junto a sus compañeros, propuso ideas que finalmente el gobierno aprobó casi 30 años después, como la apertura al sector privado.
El texto centra su tesis en lo que significa una reforma integral y los pasos para lograrla, tras la caída del campo socialista y la extinción de los beneficios que sostenían la economía cubana hasta entonces. Cambiar el modelo económico “agotado”.
Igualmente, reflexiona sobre el rol del mercado en una nación socialista.
“Hay una idea fuerza dentro de esa propuesta, que es que el socialismo es también una sociedad mercantil. La diferencia con el capitalismo es que en este todas las relaciones las explica y las domina básicamente el mercado, sobre todo, en su versión neoliberal. Y en el socialismo ese mercado debe tener una regulación económica y debe haber algunas actividades que queden fuera del mercado, porque son esenciales para el ser humano, como la salud, la educación”, comentó el autor.
En respuesta a los juicios que se oponen a la expansión del mercado en Cuba, el economista llamó a entender este sistema como lo que es realmente. “Es una relación social de producción objetiva, que existe más allá de la voluntad de las personas, que tiene que ver con la única forma bajo la cual puede funcionar una economía con escasez de recursos. Y todas las economías tienen”, argumentó.
Por otra parte, insistió en la necesidad de regular el mercado, pero no con medidas “caprichosas, ni administrativas”, sino con “métodos económicos” como “la política fiscal, la política monetaria y cambiaria, la política de inversiones, la política social, la atención a los derechos de los trabajadores”.
Además, precisó que en Cuba el sector privado y cooperativo debe contar con “mercados que funcionen, con infraestructura, créditos, con una banca que funcione, con mercados mayoristas, con la capacidad de poder tomar decisiones y, desde luego, también con controles rigurosos, como una adecuada política fiscal que disminuya la evasión y que los impuestos tengan que ver objetivamente con la actividad de la empresa”.
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Carranza insistió que, aunque habría que ajustar algunos elementos, la propuesta conceptual de su libro en co-autoría mantiene vigencia. Incluso, afirmó que existe ahora un escenario mucho más favorable para tener esta discusión, luego de aprobarse la Conceptualización del Modelo Económico y Social y la Constitución en 2016 y 2019, respectivamente.
Sin embargo, aseguró que la isla está muy lejos del potencial de transformación económica que, desde el punto de vista político, permitieron esos documentos.
Interrogado por las causas de esta realidad, Carranza expuso algunas.
“Los primeros factores son ideológicos, de viejas maneras de pensar, que identifican el mercado con capitalismo. Y, por lo tanto, algunos temen que una mayor presencia de este dé lugar a un proceso de retroceso de la Revolución. Segundo, porque, como toda cuestión nueva, genera temores. Siempre es un desafío salir de la zona de confort. Esta economía se ha dirigido de una determinada manera durante varias décadas y hay cierta inercia, una tendencia a mantenerse bajo esa forma administrativa. Y tercero, porque hay intereses creados, muchos de ellos espurios”, reconoció.
A decir del economista, estas resistencias son fuertes. “A veces, la máxima dirección del gobierno dice cosas y después no se hacen”, añadió.
Consideró que, con frecuencia, se mantiene un discurso a la vieja usanza que pide que la economía crezca, pero las políticas que se implementan no corresponden con esa solicitud.
“Por supuesto que contradicciones siempre habrá. Hay que tratarlas y resolverlas políticamente, y con una economía que funcione, con fundamentos económicos. Ese es el gran desafío. Pero el tiempo no es infinito. No se puede vivir eternamente arrastrando los problemas que tenemos, ni las dificultades de la gente hoy en su vida cotidiana”, concluyó.