La Matrioska
De Aquí, Allá y Acullá
La noticia me puso frente a mi bella Matrioska, esa delicada obra de artesanos rusos que reposa en mi librero. Las Matrioskas guardan en su vientre a otra y otra más, misterio a descubrir.
¿La noticia? Nada menos que la creación del Centro de Transformación Económica anunciado durante la reunión que sostuvieron el presidente Diáz-Canel y Boris Titov, presidente del Consejo Empresarial Rusia-Cuba y asesor del presidente Vladimir Putin.
El Centro lo integrarán funcionarios cubanos de la rama ejecutiva y del Banco Nacional, y por la rusa expertos del Instituto de Economía de Crecimiento Stolypin (identificado con el pensamiento liberal), del Centro de Desarrollo Estratégico y del Instituto de Pronóstico Económico Nacional de la Academia de Ciencias de Rusia.
Sigo abriendo mis Matrioskas y medito…
Según Sputnik, los expertos de ambas naciones prepararán “unos cambios en la economía de Cuba, que se basarán en el desarrollo de la empresa privada”, mientras otras publicaciones agregan se trata en el marco de una economía de mercado. Solo tenemos noticias sin precisiones sobre el alcance y magnitud de lo anunciado. No obstante, resulta inevitable abordar el tema.
Miro a la Matrioska, cada vez más pequeña, cuyo rostro muestra una sonrisa algo temerosa, como si se preguntara: sonrío o no. ¡Que delicadeza! Y mientras la observo, pienso, medito y especulo:
1.Esta decisión debe haber venido cocinándose desde las visitas del viceprimer ministro Ricardo Cabrisas a Moscú –renegociador de la deuda cubana– y debió cobrar fuerza y determinación con la gira de Díaz-Canel, el pasado septiembre. Una decisión como la anunciada no se improvisa.
2. Es posible especular que, tanto para el gobierno ruso como para sus inversionistas –unosya operando y, otros por invertir—necesitan contar con la mayor garantía posible de cómo Cuba, en crisis profunda y arrastrando deudas Allá y Acullá, articulará su inevitable transformación económica. Más claro: mediante su participación en la concepción y formulación –para eso la comisión bipartita–, buscan, en el cambio hacia una economía de mercado, su mayor garantía como inversores. ¿Descabellado pensar que uno de los motivos para crear el Centro de Transformación Económica no responde a esto?
3. Muy llamativo. No tengo animadversión alguna contra los rusos, pero imposible dejar de preguntarme ¿por qué instituciones rusas? El pensamiento del Instituto Stolypin y la práctica económica rusa actual no parten de una sociedad denominada socialista, sino de la capitalista tras el desplome de la URSS. No se trata de actores, pensamiento y experiencias propios de países que, como Vietnam y China han realizado reformas económicas exitosas. Entonces, ¿por qué Rusia?
Hurgando en ese por qué, recuerdo la respuesta que dio Marino Murillo, a la sazón ministro de Economía y viceprimer ministro, a la pregunta de un corresponsal interesado por conocer las influencias e impactos que tendría en la reforma cubana (llamada Actualización) los cambios acaecidos en Rusia –anteriormente le habían preguntado por China y Vietnam. Resumo su respuesta: estudiamos todas las experiencias, no habrá cambios políticos, pero no habrá copia.
Los invito a ver el video de Progreso Semanal:
Ahora, la Matrioska no sonríe, cierra los ojos y frunce el ceño.
4. Doloroso, como mínimo, ver cómo, para tales empeños se desconoce a instituciones cubanas. Pienso, por ejemplo, en el Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC) –durante decenas de años ha producido valiosos trabajos—, y a excelentes economistas cubanos, socialistas, algunos de los cuales ocuparon cargos ministeriales—no han sido tenidos en cuenta, que sepamos. Estos no parten del pensamiento y la práctica de experiencias fracasadas (URSS), sino para que la nuestra, en fase crítica, no fracase. ¿Será más fácil abrir puertas a respetables de afuera que a los nuestros, poseedores de amplios créditos?
Mi Matrioska, ya en su mínima estatura, baja la cabeza.