Buscarlo “afuera”
El momento difícil y engorroso de nuestros médicos y otros profesionales de la salud no está precisamente en hacer un diagnóstico ni recurrir a conocidos protocolos para determinar dónde está el mal, sino a la hora de recetar el medicamento adecuado, ni tan siquiera el alternativo, para combatirlo.
A pesar de ello, suelen equivocarse. Si hay sonrisas de lamento, ahí está la de una técnica en laboratorio que, al ver la receta, se preguntó si esa doctora no sabía que en toda la ciudad no había Yodo en polvo para esas soluciones.
La crisis con los fármacos es tan añeja que ni una memoria privilegiada podría contarnos cuándo comenzó ni la cantidad de veces que sus responsables han comparecido ante la opinión pública para explicar las razones y perspectivas de mejoramiento.
En tan triste panorama, tenemos que los afiliados al mercado negro están haciendo sus zafras en labor tan repudiable. Si alguna vez existiesen en Cuba las ejecuciones en plazas públicas, serían los primeros en subir al cadalso por lucrar con la salud humana.
Cualquier cubano con uso de razón podrá contar su historia. Algunos dirán cuánto tuvieron que pagar por un simple blíster, mientras que otros, también emocionados, relatarán cómo un ser desconocido se lo hizo llegar sin cobrarle un centavo.
Así están los médicos de familia, que antes de emitir una receta te preguntan si tienes algún familiar o conocido que viva en el exterior y pueda realizar el grandísimo favor de hacerte llegar el antibiótico o lo que sea menester.
Buscarlo “afuera”, te dicen para que mires hacia Miami, Europa e inclusive en el mismísimo Vietnam con un paracetamol y cafeína de notable éxito hasta para dolores testiculares.