Do not exploit Cuba’s tragedy

Versión original en Español debajo

Last week’s passage of Hurricane Ian through the Caribbean left people dead in Cuba and enormous material destruction of the island’s infrastructure and agriculture, as well as the displacement of tens of thousands of victims; in addition, it caused the general collapse of the electrical system, which has been restored with an agonizing and exasperating slowness.

To date, a good part of the population remains involved in the tasks of removing vegetation and debris and in the liberation of the affected land routes.

Among the scarce international aid that the Caribbean nation has received, special mention should be made of [Mexico], which sent crews from the Federal Electricity Commission and electrical material to collaborate in the restoration of the power grid, as well as that of Argentina, which sent supplies for the purification of water. Small amounts of food and medicine were also sent by Cubans residing abroad. It should be remembered that the conditions of the Cuban electrical system were already critical as a result of the fire that consumed one of the main fuel depots on the island, located in Matanzas, a disaster that caused almost two dozen deaths and caused an acute shortage of the supplies needed for Cuban thermoelectric plants.

According to press reports, the Havana government has requested assistance from Washington, which was evaluating the situation, although the only firm data in this regard is that an exchange of information has taken place between the two countries.

The persistent lack of electricity, which makes the situation in various provinces of the island even more painful, has provoked protests of various magnitudes.

In such circumstances, the most radical sectors of the Cuban community in the United States, represented by extremist legislators like Marco Rubio and María Elvira Salazar, have sought to take advantage of the tragedy that their country of origin is experiencing to destabilize it and blame what happened on the Cuban authorities. 

Such politicians have not only asked the White House to oppose sending aid to Cuba, but have also sought to stir up citizen unrest with the aim of provoking an insurrection.

In this context, the Joe Biden administration must suspend, for elemental humanity, the blockade that the United States has maintained against the Caribbean nation for six decades, in order to mitigate the harsh conditions in which the island has begun reconstruction tasks.

It is also necessary that the Latin American governments coordinate, through the Community of Latin American and Caribbean States (CELAC), extraordinary actions to come to the support of a country that has not hesitated in assisting other countries in emergency situations and that today, in the most unfavorable circumstances, remains indomitable.

From La Jornada. Translation by Progreso Weekly.

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Versión (original) en Español:

La Habana: no lucrar con la tragedia

La semana pasada el paso del huracán Ian por el Caribe dejó en Cuba personas fallecidas y una enorme destrucción material en la infraestructura y la agricultura de la isla así como el desplazamiento de decenas de miles de damnificados; por añadidura, provocó el colapso generalizado del sistema eléctrico, el cual se ha ido restableciendo con una lentitud angustiosa y exasperante.

A la fecha, buena parte de la población permanece volcada en las tareas de remoción de vegetación y escombros y en la liberación de las vías terrestres afectadas.

Entre la escasa ayuda internacional con la que ha contado la nación caribeña debe mencionarse la de nuestro país, que envió cuadrillas de la Comisión Federal de Electricidad y material eléctrico para colaborar en la restauración de la red de energía, así como la de Argentina, que mandó insumos para la potabilización del agua, y pequeñas cantidades de alimentos y medicinas enviadas por cubanos residentes en el exterior. Debe recordarse que las condiciones del sistema eléctrico cubano eran ya críticas, a consecuencia del incendio que consumió uno de los principales depósitos de combustible de la isla, ubicado en Matanzas, un desastre que ocasionó casi dos decenas de muertos y provocó una aguda escasez del insumo principal para las termoeléctricas cubanas.

De acuerdo con trascendidos de prensa, el gobierno de La Habana ha solicitado asistencia a Washington, el cual se encontraba evaluando la situación, aunque el único dato firme al respecto es que ha tenido lugar un intercambio de información entre los dos países.

La persistente falta de fluido eléctrico, que hace aún más penosa la situación en diversas provincias de la isla, ha provocado protestas de diversa magnitud.

En tales circunstancias, los sectores más radicales de la comunidad cubana en Estados Unidos, representados por los legisladores extremistas Marco Rubio y María Elvira Salazar, han buscado aprovechar la tragedia que vive su país de origen para desestabilizarlo y culpar de lo ocurrido a las autoridades nacionales.

Tales políticos no solamente han solicitado a la Casa Blanca que se oponga a enviar ayuda a Cuba sino que han buscado azuzar el malestar ciudadano con la finalidad de provocar una insurrección.

En este contexto, el gobierno de Joe Biden debe suspender por elemental humanidad el bloqueo que su Estados Unidos mantiene contra la nación caribeña desde hace seis décadas a fin de atenuar las durísimas condiciones en las que la isla ha empezado las tareas de reconstrucción.

Es necesario, asimismo, que los gobiernos latinoamericanos coordinen por medio de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe acciones extraordinarias para acudir en apoyo de un pueblo hermano que no ha vacilado en asistir a otros países en situaciones de emergencia y que hoy, en las circunstancias más desfavorables, se mantiene indómito.

Tomado del periódico mexicano La Jornada.